Capítulo 24: Siempre juntas

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Mis planes de viernes no eran lo más llamativo del mundo, pero a mí me parecía ideal

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Mis planes de viernes no eran lo más llamativo del mundo, pero a mí me parecía ideal. Tenía la excusa perfecta para quedarme en casa y no hacer nada, ya que Javier iba a ir al cine con Paz y Lorena iba a conocer a la familia de Tatiana por primera vez.

Mi amiga estaba muerta de miedo y ansiedad por lo que había venido antes a casa a prepararse mentalmente y probarse ropa para que le diera el visto bueno. A ella todo le quedaba bien así que la parte de la ropa fue fácil. Calmarla fue otro tema.

Nunca la había visto así, ella solía ir siempre libre y despreocupada por la vida, pero en esta ocasión no paraba de sudar y hasta la descubrí practicando como saludar delante de mi espejo. Me dio un poco de risa eso, hasta que me vio y se giró furiosa hacia mí tirándome un almohadón en la cara.

El mejor consejo que le pude dar fue que no dejara de ser ella misma, divertida, auténtica y única. Así la iban a querer. Ella siempre lograba caerle bien a todo el mundo, aunque sí le sugerí que evitara los chistes sexuales, al menos durante la cena.

Unas horas más tarde se fue un poco más relajada hacia lo de su novia. Y así me quedé yo, en casa acompañada por Delfina y Mateo. El plan era simple, poner una buena película y comer golosinas como si fuera el último día de nuestras vidas.

—¿Alien de nuevo? — se quejó Mateo dejándose caer en el sofá entre su novia y yo.

—Priscila y yo la elegimos, y somos dos contra uno, así que sí, Alien de nuevo.

—¡Es un clásico del cine de ciencia ficción! No molestes— agregué poniendo play y tomando un gran puñado de gomitas sabor tutti frutti.

—Además, ¡Sigourney Weaver en remera blanca y ropa interior en la parte final! ¿Cómo puede no gustarte eso? — insistío Delfi indignada.

Mi hermano subió y bajó los hombros con indiferencia hacia nuestros comentarios mientras se comía un gusanito ácido de sandía que lo hizo cerrar fuerte los ojos y sacar la lengua.

Una vez que terminó la película, le dejé un beso en la coronilla a ambos y me dirigí a mi habitación. Moría de sueño, así que me tiré en la cama, quedándome dormida casi de inmediato. Teniendo en cuenta mi cansancio, esperaba dormir largo y profundo, pero no fue así.

No sé cuánto tiempo dormí hasta que me despertó el celular que no dejaba de vibrar en mi mesa de luz. Intenté cubrir mi cabeza con la almohada e ignorarlo, pero la curiosidad terminó consumiéndome, por lo que me levanté por completo y lo agarré.

Cuando llegué a tomarlo ya no vibraba. Me sorprendió la hora, eran las tres y cuarto de la mañana. Desbloqueé y tenía muchas llamadas perdidas y mensajes de Tatiana. Me asusté un poco, algo me decía que la cena en lo de sus padres había sido un desastre. Y junto a esa sensación volvió a llamarme.

—Hola, Tati...

Pri, perdón...la hora...— el llanto no la dejaba hablar sin pausarse a cada palabra—¿Estás...con Lore?

Un año con Priscila | ✓Where stories live. Discover now