Capítulo 34: Las últimas veces

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Estaba sentada en el enorme sillón de cuero en el living de Gastón intentando recuperar el aliento cuando él apareció por el umbral de la puerta con una jarra de jugo y dos vasos que apoyó en la enorme, y evidentemente carísima, mesa ratona para l...

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Estaba sentada en el enorme sillón de cuero en el living de Gastón intentando recuperar el aliento cuando él apareció por el umbral de la puerta con una jarra de jugo y dos vasos que apoyó en la enorme, y evidentemente carísima, mesa ratona para luego servirnos un poco.

Extendió el vaso lleno de jugo hacia mí y yo me lo terminé de una sentada. Cuando levanté la vista Gastón me miraba entre sorprendido y fascinado.

—Perdón, tenía sed— exclamé sintiéndome un poco menos acelerada.

—Puedo verlo— sonrió divertido— Bueno, creo que no ganamos nada alargando la conversación. Decidiste viajar.

Asentí evitando mirarlo a los ojos y apretando de manera inconsciente los labios, sin embargo, recordé algo que me había dicho Mateo más temprano, si quería viajar y que la gente que dejara acá estuviera tranquila y feliz por mí debía demostrarles estar segura que había tomado la decisión correcta, sino iba a dejar a todos preocupados. Por este motivo levanté la mirada hacia mi novio y me aclaré la garganta para sonar confiada.

—Así es, y sé que seguro estás pensando que...

—Estoy pensando que me siento muy orgulloso y contento por vos, Priscila— interrumpió firme y tomando un sorbo de jugo luego— A veces parece que creés que yo soy una especie de ogro malvado que quiere tenerte atada acá al lado mío cuando lo que más me interesa es verte cumplir sueños.

Su declaración me dejó boquiabierta porque tenía razón, tenía miedo de contarle que había decidido viajar ya que estaba segura que él se enojaría o intentaría retenerme, pero en el fondo sabía que eso jamás pasaría, Gastón siempre me iba a apoyar en todo. Entonces comprendí que tal vez estaba esperando esa reacción de su parte sólo para tomarla como excusa para quedarme. Era el último gramo de miedo presente en mí buscando de qué aferrarse para no salir de la zona de confort. Pero ya no más.

—Tenés razón, perdón. Supongo que una parte de mí esperaba que quisieras que me quede— admití cabizbaja, de alguna manera me sentía mal por haber esperado lo peor de su parte.

—Te estaría mintiendo si dijera que no. En el fondo sí quiero que te quedes, hay una vocecita en mi cabeza chillando "no la dejes ir", pero no le voy a hacer caso porque tengo ganas de hacer lo correcto. Es lo que te merecés, Pri. Con vos hacer lo correcto es la única opción posible.

Una sonrisa se dibujó en su cara cuando terminó de hablar y yo corrí mi trasero sobre el sillón hasta quedar pegada a él. Luego me recosté sobre su pecho mientras me acariciaba la espalda.

—Me voy a ir a Irlanda, ya lo decidí. Fue el primer destino que se me ocurrió en realidad. Aun así, no lo siento como una decisión apresurada, simplemente se siente bien, como si fuera algo que hubiera estado esperando hace años— comenté haciéndome una bolita y quedando más y más pegada a mi novio. A pesar del calor que todavía sentía quería estar tan cerca de él como fuera posible. Mi mente había comenzado a pensar en los días, horas y minutos que quedaban de esto y no parecían suficientes.

Un año con Priscila | ✓Место, где живут истории. Откройте их для себя