Capítulo 7: Trabajo grupal

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Luego de la apuesta que habían hecho mis amigas tomé la decisión de no prestarle más atención a Gastón

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Luego de la apuesta que habían hecho mis amigas tomé la decisión de no prestarle más atención a Gastón. Me hubiera divertido acompañar a Lorena a ver como se hacía un tatuaje, eso es verdad, pero no quería seguir perdiendo mi tiempo con alguien a quien evidentemente le daba igual si yo existía o dejaba de existir. Por ende los siguientes días fueron como si el chico nuevo nunca hubiera entrado al colegio. No le volví a hablar, pasaba a su lado como si nada y nunca lo miré a la cara. El único problema era que a el por supuesto no le importaba mi indiferencia.

—Mejor así— dije despacio luego de un largo suspiro cerrando los ojos.

—¿Dijiste algo, Pri?— quiso saber Javi.

Hice un gesto con la mano para indicar que no se preocupara, que no era nada y volvimos a mirar el pizarrón. Desde la brutal honestidad de Lorena hacía unos días sobre Javier y yo y terminar juntos que no me sentía completamente cómoda al lado de mi mejor amigo de toda la vida. Todo seguía como siempre porque todo lo que sentía o pensaba con respecto al tema me lo guardaba adentro pero sabía que en algún momento Javier se iba a terminar dando cuenta que algo me pasaba. Después de todo el me leía casi mejor que Mateo, sobre todo cuando cruzábamos miradas. Sin embargo no iba a dejar que una suposición al azar de mi amiga arruinara nuestra fuerte conexión, era solo cuestión de días hasta que se me pasara.

Para variar estuve distraída todo el resto del día. En clase de gimnasia casi me dan un pelotazo en la cabeza por no estar prestando atención. En ese momento el miedo a volver a tener el insoportable dolor en la cara por culpa de un puño contra mi nariz me hizo prometerme a mi misma estar más centrada y no volar tanto por las nubes. Por suerte era viernes y solo quedaba la clase de biología. La materia me gustaba y el profesor Heredia era uno de los más amables y simpáticos del colegio.

Por otro lado me entusiasmaba pensar en la cena que tendríamos a la noche. Finalmente iba a conocer a Delfina como corresponde. Vendría con Mateo a casa cuando salieran de trabajar y juntos iban a preparar algo para comer. Me interesaba verlos cocinar e interactuar juntos. La cocina era por cierto el lugar por excelencia de mi hermano y me intrigaba ver como se adaptaba a compartirla. Sonreí un poco pensando como llegaría a salir todo. Por supuesto le dije a Javier que viniera ya que me parecía que de esa manera iba a ser más divertido y me iba a auxiliar en caso de que las cosas salieran mal o fueran incómodas con la nueva novia de Mateo.

No iba a encarar la cena con la idea de que todo iba a salir mal pero nunca está de más prevenir. Me invadió una sensación positiva y alegre en el pecho que lograba que no deje de sonreír como una tonta. Delfina me parecía linda chica y mi instinto me decía que también era buena. Y aunque amo a Mateo había días que la casa podía llegar a ser solitaria con nosotros dos solos.

Lamentablemente mi calma y buen humor iba a tambalearse un poco antes de que terminaran las clases ese día y todo por culpa del señor Heredia, aunque el no tuviera la menor idea.

Un año con Priscila | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora