Capítulo 14: Principios y finales

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Las cosas con Gastón marchaban bien, nos veíamos cada vez más después de clase

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Las cosas con Gastón marchaban bien, nos veíamos cada vez más después de clase. Al principio para avanzar con el proyecto de biología pero luego ya buscábamos cualquier excusa para pasar más tiempo juntos. Además nos mandábamos mensajes todo el día y toda la noche.

Parte de mí estaba satisfecha con como se iban dando las cosas y otra parte quería algo más. El todavía no era una persona que se abriera por completo, seguía teniendo días en los que notaba su indecisión a permitir que una chica avance tanto en su vida, a permitirse sentir sin miedo a volver a perder a alguien. Y lo entendía. Pero tal vez yo sí quería a alguien que se entregara sin dudas ni barreras, con confianza y mirando para adelante. 

Sin embargo ese no era el caso aún y no podía hacer nada para cambiarlo. Gastón era de esa manera, al menos por ahora, y yo así lo aceptaba y lo quería. Sí, lo quería y bastante. Mucho más de lo que me gustaba admitir. 

El día estaba agradable, frío pero con sol, mi clima preferido, entonces aprovechamos con Tatiana y Lorena para ir a almorzar en el patio del colegio sentadas en el piso. Gastón había almorzado con nosotras varias veces pero en general lo hacía con los chicos del equipo de fútbol al que se había unido. Me parecía mejor, no suele ser de mi agrado estar pegada a la otra persona todo el día de igual manera.

Javier también estaba en el equipo y él cada día pasaba menos tiempo con nosotras. En la hora del almuerzo siempre estaba con Azul. Ya no me molestaba, de hecho me parecía que hacían una buena pareja. Lo único que hubiera querido era que en vez de alejarse integrara a Azul a nuestro grupo. Lorena solía decir que la que no debía querer era la chica ya que seguro estaba celosa de mi relación con Javi, de la cual igual iba quedando poco lamentablemente.

—Ah bueno, hasta que te dignaste a aparecer— dijo Lorena con un tono de reclamo mirando atrás mío. 

Me di vuelta para ver a quien le estaba hablando y noté a Javi parado al lado nuestro, el pantalón de su uniforme impecable, limpio y planchado como siempre. Sin contestar nada se sentó al lado mío y puso su mano en mi rodilla.

—Perdón, se que estuve alejado de ustedes. Encima las extraño mucho, pero tenía mis razones.

—Sí, yo sé la razón. Dos piernas y en el medio de esas la mayor distracción de tus diecisiete años de vida. Pendejo hormonal— le reprochó Lore. Tatiana y yo nos cubrimos la boca para no largar una carcajada pero a Javier pareció no darle gracia.

—De hecho, sí es por Azul, pero no como creen. Hace dos semanas me contó que se va a volver a Japón. Su abuela enfermó así que sus padres y ella van a ir a cuidarla. Tomamos la decisión de no mantener una relación a distancia. Demasiados kilómetros, demasiada diferencia horaria, demasiado todo. Iba a ser muy complicado y solo íbamos a terminar sufriendo. Pero elegimos pasar el poco tiempo que nos quedaba juntos.

—¿Ves por qué tenemos que pensar antes de hablar, tarada?— musitó Tatiana dándole un suave golpe en el hombro a su novia. Javier se rió marcando los hoyuelos que se le formaban bajo la comisura de sus labios. Extrañaba ver esos hoyuelos y me reconfortó lo suficiente como para apoyar mi cabeza en su hombro.

Un año con Priscila | ✓Where stories live. Discover now