Capítulo 6: Indiferencia

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Habían pasado varios días desde el golpe que recibí de lleno en la nariz

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Habían pasado varios días desde el golpe que recibí de lleno en la nariz. Ya estaba sanando bastante bien. No me dolía más aunque me quedaban unas pequeñas marcas de un suave color morado a los costados de la nariz yendo hacia los ojos.

Todo había transcurrido de manera normal. A Javier le iba bien con las clases de manejo, me sorprendía lo rápido que se había acostumbrado a la palanca de cambios, era buen alumno. Yo presencié alguna de las clases pero me dio demasiada pereza seguir aprendiendo. Tal vez manejar no era para mi.

Las clases habían resultado extrañas sin Gastón. No lograba entender porqué me afectaba tanto ver su banco vacío si solo había estado en el colegio un día y ni siquiera conocía el sonido de su voz. Pero aún así cada vez que entraba y me sentaba en mi lugar observaba con detenimiento su asiento por unos segundos. Hoy era el día que supuestamente iba a regresar y debo admitir que lo estaba esperando con ansias. Quería agradecerle personalmente lo que había hecho con Fausto.

Ya estábamos todos sentados en nuestros lugares, la clase debía haber comenzado hace cinco minutos pero Gastón no llegaba y la profesora tampoco. Segundos después de mirar el reloj del celular por cuarta vez entró la profesora disculpándose por llegar tarde diciendo que tuvo una reunión con la directora y anunciando que Gastón se reincorporaba. Lo vi pasar por la puerta y sentarse con menos ganas todavía que el primer día. Era evidente que odiaba nuestro colegio, o las clases en general. Y maldición, quería hablarle antes de empezar la clase pero el momento ya había pasado así que decidí hacerlo cuando sonara el timbre del recreo.

Dos horas después sonó con fuerza y todos salieron corriendo mientras yo me paraba frente a Gastón apresurada, apoyando mis dos manos en su banco como para que me notara si o si y no saliera al recreo.

—Priscila, ¿te esperamos?— preguntó Lorena.

Le hice señas con una mano para que se fueran sin mi. Lorena asintió pero Javier puso una clara expresión de incomodidad. Creo que era porque Gastón le daba una mala sensación y no le caía bien. No tenía otra explicación. Pero en ese momento no podía pensar en mi amigo, estaba ahí por una razón.

—Hola, soy Priscila y..

—Si, ya sé tu nombre, lo acaba de gritar tu amiga.

Era la primera vez que lo escuchaba hablar y me hubiera gustado que lo que saliera de su boca no fuera tan maleducado. O al menos que no me hubiera interrumpido. Por desgracia, aunque lo que tenía para decir lo hacía de mal modo, su voz me resultó encantadora, grave y un poco rasposa.

—Bueno, es que quería agradecerte por lo que hiciste la otra vez— el había sonado tan relajado y a mi me salió la voz toda temblorosa y cortada — lo de Fausto, la trompada que le diste— insistí al no recibir respuesta.

Gastón no decía nada, como esperando a que termine. Solo me miraba con cara de nada y esos ojos un poco caídos que le daban un aire de tristeza por más de que no lo tuviera en realidad. Mierda, era de verdad atractivo y yo rogaba que no se diera cuenta que mis ojos no se apartaban de su boca. Tenía los labios gordos, el de abajo más que el de arriba. Y por alguna razón me invadía una necesidad de morderlos.

Un año con Priscila | ✓Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt