Capítulo 5: Secretos

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Iba caminando a mi casa sin apuro, aprovechando el tiempo para asimilar todo lo que había pasado en el día

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Iba caminando a mi casa sin apuro, aprovechando el tiempo para asimilar todo lo que había pasado en el día. Cuando me desperté hoy a la mañana esperaba un día igual a cualquier otro y ahora estaba con la nariz hinchada y violeta y un dolor de cabeza que no me dejaba tranquila.

Teniendo en cuenta eso estaba contenta de estar volviendo temprano, me iba a tirar en la cama con hielo en la cara a escuchar música y descansar hasta que llegara Javier del colegio para que Mateo le enseñe a manejar. Porque por supuesto no me iba a perder eso, iba a estar con ellos en el auto y de paso aprender yo también. Aunque seguro Javi se ponía nervioso de mi presencia, haciendo la situación mucho mas divertida al menos para mi.

Mi casa no estaba cerca del colegio pero a pesar del calor había una brisa hermosa que me daba muchas ganas de pasear y la caminata se hizo pasajera y agradable. Sin importar el golpe de hoy mi buen humor iba en aumento entonces me dieron ganas de aprovechar que no iba a haber nadie en casa cuando llegara para preparar una torta para merendar con Mateo y Javier cuando llegaran del trabajo y del colegio respectivamente. Iba a ser mi manera de agradecerle a Javi por intentar defenderme de Fausto hoy y por ayudarme a limpiar y cuidar mi nariz, y a Mateo porque me iba a enseñar a manejar, aunque esa parte el todavía no la supiera.

Finalmente estaba en la puerta de casa, unas gotas de sudor caían por mi frente y sentía los pies un poco cansados. La idea de la torta ya no era tan tentadora como una ducha fría y acostarme en mi cama pero iba a hacer el esfuerzo. Abrí fatigada la reja blanca y comencé a cruzar el pequeño patio mientras pensaba que el pasto estaba un poco alto y era hora de cortarlo. Tarea de Mateo.

Puse la llave en la puerta, giré y abrí, al fin en casa. Empiezo a avanzar por el pasillo pero inmediatamente quedé parada en seco en mi lugar, estaba por completo inmóvil, supongo que por el miedo que invadió mi cuerpo de repente al no entender nada de lo que estaban viendo mis ojos.

En el sillón del living estaba sentado Mateo que en realidad debería haber estado todavía en el trabajo. No podía verlo bien pero yo sabía que se trataba de mi hermano mayor. El motivo por el cual no podía verlo del todo era porque tenía encima a una rubia arrodillada  sobre el que movía levemente sus caderas acompañando un beso frenético entre los dos mientras Mateo tenía ambas manos en su trasero. Estaba paralizada y lo único que podía pensar era "al menos tienen toda su ropa puesta".

No podía ni siquiera comenzar a comprender lo que estaba pasando porque no solo no tenía ni idea quien era esa chica ya que Mateo nunca había hablado de ella sino que además el jamás había traído a una mujer a la casa, al menos no que yo supiera. Sí se que ha tenido citas y noviazgos fugaces en el pasado por supuesto, ¿y no tenía que estar en el trabajo todavía?, se seguía preguntando mi cerebro. El shock de las mil cosas que estaban pasando por mi mente hizo que involuntariamente mi mano que todavía sostenía las llaves se abriera y éstas comenzaran a caer hacia el piso. El trayecto de las llaves de mi mano al piso me pareció una eternidad pero llegaron y el ruido del metal y los llaveros contra la madera bajo mis pies se hizo escuchar.

Un año con Priscila | ✓Where stories live. Discover now