Capítulo 31: Dieciocho

68 18 7
                                    

No dejaba de asombrarme lo rápido que pasaba el tiempo y cuanto más grande me volvía a mayor velocidad parecía avanzar todo, lo único que podía hacer era aceptarlo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

No dejaba de asombrarme lo rápido que pasaba el tiempo y cuanto más grande me volvía a mayor velocidad parecía avanzar todo, lo único que podía hacer era aceptarlo.

Un año entero había transcurrido desde mi último cumpleaños y era hora de afrontar que era mayor de edad, finalmente habían llegado los dieciocho. Un año desde que pedí de manera forzada y apurada tres deseos al azar, los primeros que salieron de mi cabeza. Me resultaba gracioso que aun sin creer en ello se hubieran cumplido todos.

Vamos, Priscila, que tampoco elegiste cosas muy difíciles. ¿Qué hubiera pasado si deseabas tener un gatito color rosa con tres cabezas y una cola de cuatro metros de largo?

Aun así, me sentía contenta con los resultados, cada uno de los tres deseos se hizo presente a lo largo de este increíble año. Había conocido gente nueva, algunos fueron pasajeros, pero dejaron buenas enseñanzas y otros ya eran personas cercanas e importantes para mí. Pude vivir aventuras como quería, imprevistas o planeadas, cada una de ellas me cambió para siempre y nunca las olvidaría. Y por último me enamoré y lo hice en grande.

De hecho, la persona de la que me había enamorado se encontraba al lado mío en este momento. Estábamos acostados en la cama, Gastón estaba de lado todavía dormido y yo me había girado hacia él para quedar pegados. Le dejaba besos suaves en sus hombros desnudos mientras lo escuchaba respirar de manera pesada, podía notar que estaba en un sueño profundo. Me había sorprendido demasiado que Mateo dejara que mi novio se quedara a dormir en casa y en mi misma habitación. Fue un regalo adelantado según dijo, y yo lo aproveché sin cuestionar.

En realidad, lo decía solo para molestarme porque, aunque me cuidó mucho toda la vida nunca fue el típico hermano mayor celoso y yo agradecía eso más de lo que imaginaba. Nunca tomé por sentado las libertades que siempre me dio.

Notaba un poco de luz entrando por la ventana por lo que asumía que serían alrededor de las seis de la mañana. Odiaba despertarme temprano los fines de semana, pero la emoción de que fuera mi cumpleaños no me dejaba dormir. Durante siete años sufrí en silencio cada vez que se acercaba esta fecha que me hacía recordar constantemente al accidente de mis padres, sin embargo, este año tenía otro sabor ya que estaba dispuesta a perdonarme, a entender que no había sido mi culpa. Además, era el primer año en bastante tiempo que todos mis amigos estarían acá para festejarlo, ¿qué más podía pedir?

Sentí que Gastón se removía un poco quitándome toda la sábana y después se daba vuelta hasta quedar enfrentado a mí. Si en el día a día lucía un poco despeinado cuando recién se despertaba su cabello era un huracán, sus ojos seguían cerrados, pero en su cara se dibujó una bella sonrisa de satisfacción.

—Que los cumplas feliz, que los cumplas feliz, que los cumplas mi amor hermosa, que los cumplas feliz...— entonó despacito con la voz adormilada y sin abrir los párpados.

Yo no pude evitar sonreír como una idiota enamorada y me acerqué a él para depositarle un pequeño beso en la punta de la nariz a modo de agradecimiento. La canción de feliz cumpleaños nunca sonó tan bien como saliendo de sus labios.

Un año con Priscila | ✓Where stories live. Discover now