Capítulo 3: La fiesta de Navidad

263 38 18
                                    

Narra Javier

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Narra Javier

No pude prestarle ni un poco de atención a la clase de Filosofía. Y no por estar mirando a la profesora, no me interesa para nada ella en realidad. En mi cabeza solo hay lugar para una chica.

Me puso un poco de mal humor porque Filosofía era mi materia favorita y de hecho estoy bastante convencido de estudiar eso en la universidad. Pero mi mirada se desviaba constantemente hacia el costado, pasando de Priscila al chico nuevo y de vuelta a Priscila. ¿Por qué carajo se puso tan colorada cuando lo vio? Si ella nunca se ruboriza con nada. Tal vez ya lo conocía de algún lado, aunque no creo porque se hubieran saludado, verdad?

No importa, basta Javier, te vas a sentar el último año al lado de tu mejor amiga de toda la vida y la van a pasar increíble ok? Sacudía la cabeza para todos lados como un tonto, creo que Priscila lo notó porque miró rápido hacia mi lado sonriendo y arrugando la nariz. Dios, que linda era cuando se le arrugaba la nariz, que linda que era siempre en realidad. Y yo un tonto por darme cuenta tan tarde que quería ser más que su mejor amigo.

Digo tarde porque a esta altura ya me preocupa que me vea más como a un hermano que como a alguien con quien podría llegar a tener una relación. Creo que en el fondo siempre sentí algo por ella. Es tan buena, tan hermosa, dedicada, siempre se preocupa por los que quiere y tiene un alma un poco rebelde que la verdad me vuelve loco.

Pero no me di cuenta de mis verdaderos sentimientos hasta la fiesta de Navidad del año pasado. Hacía un terrible calor y ella igual se había puesto un gorro de Papá Noel que de alguna manera le quedaba increíble y tan gracioso, solo ella podía lograr que ese sombrero rojo y blanco luzca como el mejor accesorio del mundo. También llevaba un vestido suelto negro que llegaba un poco arriba de las rodillas de alguna tela suave y brillante, con mangas abuchonadas y por supuesto zapatillas Converse negras, porque creo que los ovnis iban a invadir el planeta tierra antes de que Priscila se pusiera zapatos de taco. Estaba preciosa, feliz, sonriente. Y se lo merecía, se merecía ser la persona más feliz del mundo.

Todos habíamos tomado un poco de champagne, Priscila más que el resto, pero ninguno se encontraba terriblemente borracho, sino que estábamos en el paso previo, reíamos, jugábamos, bailábamos y cantábamos. Y sudábamos también porque bueno, somos seres humanos y aunque eran las 4 de la mañana hacían como 32 grados.

—VAMOS A JUGAR AL JUEGO DE LA BOTELLA!— Escuché que gritó un chico que no conocía. Recuerdo que pensé que me parecía una idea demasiado infantil pero varios accedieron a jugar encantados, incluyendo Lore y Pri que se reía mirando para abajo como una nena por la idea.

Nos sentamos en ronda. Yo estaba entre mis dos amigas. Pasaron unos minutos hasta que acomodaron todo y apoyaron la botella de champagne vacío en el centro. Y mi corazón se hundió hasta el fondo de mi estómago cuando me encontré a mi mismo pensando que me tendría que haber sentado lejos de Priscila porque quería que me toque besarla y sentado al lado de ella sería claramente imposible.

Un año con Priscila | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora