Capítulo 16: Hermanos

106 18 4
                                    

La cita terminó tardísimo, incluso terminamos cenando en la feria unos pretzels salados gigantes y hamburguesas

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

La cita terminó tardísimo, incluso terminamos cenando en la feria unos pretzels salados gigantes y hamburguesas. Por suerte tengo un estómago de acero.

Gastón me dejó de nuevo en casa y nos quedamos, como solíamos hacer, dentro del auto estacionados frente a la puerta charlando poco y besando mucho.

Apenas entré noté la televisión prendida y me acerqué encontrando a Mateo dormido en el sillón. Tomé una manta y lo cubrí. Me dirigí a las escaleras dispuesta a tirarme a dormir apenas mi cabeza tocara la almohada. La feria me había dejado feliz pero agotada. Pero de repente escuché que me llamaba mi hermano.

—Pri, ¿ya llegaste?

—No, soy un ladrón, entregá el alcohol y los chocolates— bromeé volviendo al living, dejando un beso en su cabeza.

—Que bueno que el ladrón sepa que en esta casa falta plata y sobra vino—contestó regalándome una sonrisa enorme como siempre, achicando sus ojos verdes a una línea fina. —¿Cómo te fue?

—Bien, muy bien. Fuimos a una feria—dije levantando el peluche que había ganado a lo que respondió con una mueca graciosa por lo hermosamente feo que era Ermenegildo.

—¿A una feria? Parece que este chico te conoce bien—mencionó luego de una risa apagada. Noté un dejo de tristeza en su voz.

—¿Pasa algo, Mati?

El negó lentamente con la cabeza y dio un largo bostezo. Se incorporó un poco en el sillón, quitó la manta y se frotó los ojos.

—No hermanita. No te preocupes. Solo soy tu hermano mayor, tengo que ocuparme de que estés bien, sos mi responsabilidad— soltó sin pensar. Levantó la vista rápidamente hacia mí y abriendo grande los ojos agregó— Una buena responsabilidad, no una carga. Me gusta cuidarte.

—Ya entendí, no pasa nada. Pero no entiendo tu punto.

—Me refiero a si conocés bien a Gastón. Si es bueno, si te respeta, si te trata bien. No quiero que te lastimen. Creo que sos la persona que menos lo merece— de verdad lo veía preocupado. Y lo entendía.

—Me trata bien y me respeta. Sabés que soy fuerte, Mateo. Me criaste muy bien, aunque siempre tengas dudas sobre eso. Hiciste un buen trabajo, mirá— me señalé a mí misma de pies a cabeza. — Estoy entera.

—Te estoy diciendo en serio, tonta.

—Me gusta mucho Gastón. Y yo le gusto también. La pasamos bien, nos reímos y nos ayudamos. Nos queremos— aclaré levemente molesta. Sé que Mateo me estaba cuidando nada más, pero me desconcertaba que dudara de Gastón con lo poco que lo conocía. Estaba siendo prejuicioso.

—Hace muchos años que somos solo vos y yo, sos mi hermanita.

Tomé su mano caliente, chocando con la temperatura helada de las mías. Mi instinto me decía que había algo más detrás de esta conversación, algo más que la típica charla de hermano mayor protector.

Un año con Priscila | ✓Where stories live. Discover now