Amanecer

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2 de febrero, 1941

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2 de febrero, 1941

Berlín, Alemania

Los pasos taconeados en el pasillo de mármol con cuadros irrumpían el silencio que normalmente habitaba el lugar, las ventanas cerradas hacían que en cada paso que se daba generara más eco. La dueña de ese sonido caminaba con una sonrisa en su rostro, y su belleza llamaba la atención de los soldados que custodiaban las puertas hacia las principales oficinas. Ojos azules cómo el cielo despejado, cabellos castaños ligeramente ondulado por los peinados que constantemente se hacía y sus 1,72 hacía llamar la atención con su porte y elegancia.

La mujer aceleró sus pasos mientras iba llegando al lugar de destino ondeando la falda de su traje rojo quemado. Al llegar al lugar, 2 soldados de las SS abrieron las puertas dando paso a una amplia oficina que ignoró ya que quería llegar lo más rápido posible al balcón. Abrió las ventanas dejando que el ruido y las luces invadiera el lugar. Un desfile militar estaba dando lugar en la calle donde se ubicaba la cancillería, la gente alzaba las manos y sacudían sus banderines con fuerza, algunas mujeres tiraban flores a los soldados del ejército y de las SS que iban marchando en la gran calle al son de tambores, trompetas y cantos militares.

Deseaba bajar y celebrar con todos esa marcha, pero sabía que era mejor permanecer en el balcón donde podía verlo todo, pues era Sieglinde von Wolffen, la nueva jefa de protocolo diplomático de la Cancillería del Reich. No, era más que eso, era Sieglinde Hitler, la hija del hombre más poderoso de Europa, incluso podía decir que del mundo entero.

Se deleitó de la marcha por un buen rato hasta que terminó, y decidió quedarse un rato más para ver cómo las personas se retiraban a continuar con su vida

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Se deleitó de la marcha por un buen rato hasta que terminó, y decidió quedarse un rato más para ver cómo las personas se retiraban a continuar con su vida. La guerra era algo que nadie había pedido crear, pero ya que estaban en el asunto tenían que motivar a sus heroicos y valientes soldados.

Cuando vio que la mayoría de las personas se había marchado, decidió retirarse del balcón para ingresar a su oficina. Era relativamente pequeña comparado con el resto de las oficinas principales, pero era bastante acogedora. Consistía de una mesa con su respectiva silla, otras dos para los invitados y al fondo había una pequeña mesa decorativa con un par de sillones para descansar y hablar más relajada, o también tomar un té. Decidió sentarse en uno de los muebles a descansar un rato, por la festividad tenía el día libre, además no sabía que hacer el resto de la tarde.

De la A a la Z - Saga del Reich IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora