Valor

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¡Importante leer esto antes!: Muchos me han estado comentando que, como ya está terminando el alfabeto, ya está terminando la novela. La respuesta es no, aun no ha terminado, de hecho creo que estamos un poco antes de la mitad. No hay que alarmarse. La canción multimedia es el Camino del Partisano, del grupo de revolución checa durante la SGM. 

Sin más, disfruten del capítulo.

La muerte de Heydrich generó más conmoción de lo que las personas creían, pues su noticia fue anunciada en todo el mundo, incluso en Auschwitz rondaba la noticia por parte de los soldados de las SS, conmocionados al perder a un "héroe e inspiración para las generaciones presentes y futuras". Alec, al escucharlos, se encontró con sentimientos dispersos. Por una parte, estaba feliz de que ese bastardo infeliz había desaparecido de la faz de la tierra, rogando para que alguien dijera que había sufrido hasta el último segundo. Por otra parte, estaba bastante preocupado por el futuro. Sabía que Heydrich lo había ingresado al campo para que no pudiera escapar e incluso usarlo de instrumento para convencer a Sieglinde y Ludwig de sus ideales, pero con su muerte el futuro era incierto. ¿Seguiría las cosas como estaban desde antes? ¿Lo matarían bajo órdenes de Berlín o del campo? ¿O simplemente sería olvidado por Alemania y la historia?

En Estados Unidos e Inglaterra, la noticia tardó un poco más en llegar esperando la confirmación de su deceso, celebrado por todos como un día glorioso para la humanidad y un paso adelante para acabar con la guerra, pues habían eliminado a uno de los sucesores de Hitler, el demonio conocido como el Carnicero de Praga.

El más entusiasmado de todos era Cedric, pues en colaboración con el servicio secreto de su majestad el rey, el gobierno checoslovaco en el exilio y la resistencia checa, lograron efectuar ese plan con una tasa de bajas de cero a su favor. Lo que no sabían, era que días después el régimen nazi relacionaría a los perpetradores del atentado con un pequeño pueblo llamado Lídice, acabando con cada miembro sin importar su condición de civil, edad, género, todos eran asesinados y los niños fueron llevados en trenes hacia la muerte.

El 07 de junio se habían realizado las honras fúnebres en Praga, pues en dos días sería la ceremonia oficial en Berlín, para posteriormente ser enterrado en el Cementerio de los Inválidos. El lugar de las exequias se encontraba en silencio, el silencio de la muerte era más aterrador que el bullicio de la vida de los checoslovacos que celebraban la muerte del tirano. Todos los altos mandos nazis que alcanzaron a viajar estaban frente a su féretro, la guarda de las SS lo escoltaban, las flores se veían aterradoramente hermosas adornando el sitio donde reposaba el ataúd de Heydrich.

Ludwig había alcanzado a llegar a la ceremonia, principalmente para acompañar a su hermana, ya que, por algún motivo que no comprendía, estaba en shock. Sieglinde no emitió una sola palabra durante la ceremonia, siendo atormentada por la voz del difunto hombre quien todo el tiempo la acusaba que había sido su culpa, y lo peor de todo: aun con lo que hizo no tuvo logros para rescatar a Alec.

Apenas terminó la ceremonia, Sieglinde decidió acercarse a los jardines del castillo, pues estaba prohibido la salida por motivos de seguridad. Su traje negro y sombrero del mismo color era lo que más resaltaba de la hermosa naturaleza a final de primavera. Miró a lo lejos la reja que separaba el castillo del resto de la ciudad, viendo cómo las personas festejaban su muerte al son del Camino del Partisano. De un momento a otro, cruzó miradas con las de un niño, no podía tener más de 5 años, quien le sonreía con dulzura y la llamaba con la mano, ajeno del resto de las personas.

La mujer bajó la malla de su sombrero y se acercó al niño, llegando a su altura. Pensó que al estar cubierta y vestida de negro lo asustaría, pero el niño tenía la misma dulzura de siempre.

Nunca pierdas tu inocencia, pensó Sieglinde.

Se agachó quedando a la altura del menor y este pasó por la reja una pequeña bandera que Sieglinde tomó con sus enguantadas manos. Reconocía los colores de la bandera, eran del protectorado de Bohemia y Moravia, pero la forma en la que estaba posicionado era diferente.

De la A a la Z - Saga del Reich IIWhere stories live. Discover now