Genocidio

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(Recomendado leerlo con la música del video)

Después de todo lo que había pasado en la cancillería con el nombramiento de Ludwig como sucesor, los ánimos estaban un poco agitados por parte de los mayores, en especial de Himmler, en su mente rondaba lo tonto que había sido al envenenar a Sieglinde para que abortara. Era lógico que, si ella no podría dar hijos, Ludwig sería la mejor opción, pues fue criado por él durante toda su vida.

Ludwig, en cambio, aprovechó la oportunidad de poder acceder a más información para descubrir el paradero de Alec, sólo tenía las iniciales KLA, pero, ¿qué podría significar esas letras? Le daba más rabia saber que Heydrich no se encontraba en Berlín, pues apenas Hitler dio la decisión, el líder de la Gestapo pidió permiso para retirarse ya que tenía unos asuntos urgentes.

Todos estaban tensos y tenían sospechas del actuar de Ludwig, incluida Sieglinde, quien decidió tomar cartas en el asunto. Sabía que su hermano confiaba en Paul, y ya que estaba en el hospital aprovechó para hacerle una visita.

—¿Cree que es una buena idea? —preguntó Meridithia mirando a Sieglinde, ambas estaban en el piso de hospitalización buscando la habitación donde se encontraba el subordinado.

—Así es. —Su rostro estaba serio —. Además de Alec, Paul es la única persona en la que confía. Mi hermano está actuando muy raro y siento que me está ocultando algo sobre Alec. Necesito saber qué es y prevenir a Lud de que haga algo estúpido que le cueste su puesto.

Las dos llegaron a la puerta de la habitación 693, Sieglinde le pidió a Meridithia que quedara afuera, ya que creía que si pasaba algo ella podía actuar. Después de un asentimiento como respuesta de la mayor, Sieglinde entró a la habitación.

El olor de la esterilidad clínica invadió sus fosas nasales, todo lo que veía era demasiado blanco para su gusto. En la cama se encontraba Paul, con un suero intravenoso conectado en su brazo izquierdo y unas vendas en su torso. Cuando el oficial escuchó los pasos que hacían eco en el lugar, se sorprendió e intentó enderezarse.

—Señora, que gran honor tener...—Soltó un quejido de dolor y Sieglinde se acercó para recostarlo de nuevo en la cama.

—No hagas esfuerzo, aun estás débil.

—No es nada grave.

—¿Cómo que no es nada grave? Tienes una sepsis producto de la herida*. Gracias a Dios mi hermano te trajo a tiempo a Berlín.

—No se preocupe, señora. Mi herida y mi infección ya está mejorando. Espero salir pronto para volver al campo de batalla.

Sieglinde suspiró, era bueno que sus soldados estuvieran dispuestos a pelear y morir por Alemania, pero a veces no entendía la necesidad de ir al campo de batalla después de recibir un ataque de esos.

—Paul, tengo que preguntarle algo muy importante, pero necesito que seas sincero. Es sobre Ludwig, estoy muy preocupada por él.

—¿Por el comandante?, ¿qué es lo que la atormenta, señora?

—Está actuando muy raro, se ve que se está degastando física y mentalmente yendo todo el tiempo al campo de batalla aun sin ser de las Waffen-SS*. Dime, Paul, sé que eres leal a él, pero, ¿el motivo por el cual hace todo eso es por Alec?

El oficial quedó en silencio, en algún momento de la guerra Ludwig le había comentado la situación de Alec, y le había pedido específicamente que diera una respuesta a Sieglinde en caso de que preguntara sobre eso.

—Así es, mi comandante está buscando a Alec. —Sieglinde sonrió con amargura.

—¿Me lo dijiste porque eso era lo que Ludwig quería? —Paul asintió —. Definitivamente eres un hombre muy leal. Muchas gracias, Paul.

De la A a la Z - Saga del Reich IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora