1941
Europa está inmersa en la guerra más sangrienta que ha conocido. Sieglinde, Ludwig y Alec. Tres hermanos sufren este bélico conflicto en carne propia, pero desde diferentes perspectivas.
En aras de recuperar la felicidad que les ha sido arrebat...
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Ludwig estaba en una pequeña oficina de archivo de las SS buscando un documento con desesperación. Los múltiples papeles que había en las incontables carpetas lo estresaban, además no tenía todo el tiempo que deseaba para encontrar lo que necesitaba, si lo descubrían estaría acabado. Había escuchado hace varios días una conversación que hubiera preferido no escuchar y necesitaba respuestas claras.
Estaba caminando por los pasillos de la cancillería, los últimos días habían sido tensionantes ya que había sido enviado al frente un par de veces para coordinar acciones con el ejército, lo único que lo tenía con la cordura intacta era Sieglinde, Alec y Sarah. Iba camino a su oficina cuando escuchó que Hitler estaba hablando con Heydrich. Era normal que lo hiciera, pero al escuchar el mencionar un nombre en particular hizo que se detuviera en seco.
—Aún no lo entiendo, le está dando demasiado poder a ese judío, Alec.
¡¿Alec?! Decidió quedarse para escuchar bien, fingió que sus cordones de la bota se habían aflojado y se agachó para amarrarlos.
—El que no lo entiendes eres tú. Para empezar, él no es judío, su verdadero nombre es Rolf —Hitler lo dijo cómo si nada.
¿Rolf? Sabía que el verdadero nombre de Alec era Rolf, pero ¿Qué tenía que ver en todo eso?
—¿Rolf? ¿cómo así que no es judío? —Heydrich estaba incrédulo a lo que escuchaba.
—Se convirtió a esa religión porque la familia lo convenció y me dio demasiada rabia al saberlo, pero tengo un acuerdo con él y es el que dejaría que Ludwig lo visitara, aunque sea 2 veces por semana.
—¿Puedo conocer el motivo de ese acuerdo?
—Ellos no solo están unidos por el hecho de que se criaron juntos en el orfanato, hay algo más fuerte que, aunque no lo queramos no los podrán separar. —El mayor de los dos sonrió
Ludwig seguía buscando entre los documentos hasta que encontró uno, lo leyó detenidamente y por primera vez su cara reflejaba absoluta sorpresa. Volvió a leer como si no lo pudiera creer y guardó el papel dentro de su uniforme saliendo del lugar con rapidez.
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