Desesperación

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Sigi estaba en su cuarto leyendo un libro de novelas románticas de esos que tanto le gustaba, aunque intentaba concentrarse en la lectura, tenía muchos pensamientos en la cabeza que no la dejaba en paz

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Sigi estaba en su cuarto leyendo un libro de novelas románticas de esos que tanto le gustaba, aunque intentaba concentrarse en la lectura, tenía muchos pensamientos en la cabeza que no la dejaba en paz. El primer problema era que no tenía noticias de Alec en varios días, lo último que supo fue que hace dos días Ludwig había ido a la mansión a visitar a Sarah, y Alec tuvo que salir de emergencia, luego le preguntaría lo que había pasado. 

El otro problema, no sabía ni cómo catalogarlo, en unos días debía llegar la carta de Thomas a Berlín. La guerra había dificultado muchas cosas, pero la línea diplomática no fue cortada, por lo cual se garantizaba la llegada de cartas desde la Casa Blanca, por lo menos de forma clandestina.

Thomas...cada vez que recordaba ese nombre los sentimientos invadían su cuerpo, todo lo que había pasado en ese tierno romance de una adolescente, el dolor por su parte de conocer la verdad, la redención. Sigi se llevó una mano a la cabeza intentando llevar sus castañas hebras hacia atrás mientras suspiraba. Sólo quería leer la carta lo más rápido posible.

Escuchó dos golpes de la puerta y, al reconocer la voz de André, la mujer lo dejó entrar sonriéndole.

—¿Qué lees, princesa? —André preguntó mientras se sentaba en el sofá de dos puestos, donde Sigi también estaba sentada.

—Orgullo y prejuicio, es inglesa, pero muy bonita. —Cerró el libro extendiéndolo hacia el italiano —. El trabajo no me había dado tiempo de leerlo, estaba en deuda con el libro.

André ojeó un poco el libro y se lo devolvió con una sonrisa.

—Es muy lindo, una historia de amor. —Su mirada bajó por unos segundos, pensando en lo que iba a hacer, al final volvió a mirar a su bella alemana y le sonrió nerviosamente —. Sigi, sé que no miras muchas revistas de moda ya que no te interesa, pero llegó esta de Francia.

—¿Y si sabes que no la leo para que la trajiste? —Miró la revista que estaba en manos del mayor, no es que no le gustara las revistas de moda, pero prefería la creatividad de Pierre a la hora de escoger sus vestidos. André tragó saliva, no sabía cómo explicar lo de la revista.

—No te puedo engañar, no me parece justo. Prefiero mostrarte directamente las cosas antes de que alguien te diga rumores, es sobre Thomas.

La chica lo miró sorprendida al escuchar su nombre ¿Thomas? ¿En una revista de moda? Algo raro sucedía.

—¿Y de qué habla? ¿Qué puede hacer alguien como Thomas en una revista de esas? Aun siendo mi amante tengo que reconocer que hay hombres muchos más apuestos que él.

André negó con la cabeza mientras reía por el comentario y la miró.

—Deberías leerlo por ti misma. —Sus ojos expresaban bastante preocupación, pero no hacia él mismo, sino ante la posible reacción de Sieglinde.

Le extendió la revista y la sonrisa de Sieglinde desapareció inmediatamente, no creía lo que veía, lo leía varias veces mientras miraba su foto, abrazando felizmente a una hermosa mujer rubia y de ojos verdes quienes se encontraban en un hermoso jardín.

De la A a la Z - Saga del Reich IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora