DÍA 100: La nube más alta

16K 678 235
                                    

ALBA POV

Natalia le da un golpe con el pie a la puerta para cerrarla porque sus manos siguen ocupadas apretando mi cuerpo contra el suyo en un intento absurdo de mantenerme junto a ella, y digo absurdo porque ni loca pienso separarme. Con una mano enredada en su pelo, del que tiro con cierta fuerza para arrancarle algún gemido cada vez que ella me aprieta fuerte el culo, y con la otra bien sujeta a su cuello, avanzamos a trompicones hasta caer sobre el sofá sin dejar ni un segundo de comernos la boca.

Nos quitamos las zapatillas y nos acomodamos bien sin permitir que corra el aire entre nosotras en el proceso, y acabamos con ella tumbada sobre mi cuerpo, entre mis piernas. Suelta mis labios tras morderlos con suavidad para deslizarlos por mi mandíbula hasta posarlos en mi oreja, donde juega con su lengua unos segundos antes de hablar.

– No es ni medio normal lo que me gustas, Alba.

Suelto un pequeño gruñido por la sensación de su voz grave susurrándome en el oído junto con la sensación de sinceridad que acompaña sus palabras, que salen de su boca en un jadeo ahogado que pone más en evidencia lo mucho que está disfrutando de lo que está pasando, y a mí eso me vuelve loca.

Subo las piernas a su cuerpo rodeando su cadera y la aprieto contra mí para que se pegue por completo. La quiero más cerca. Se ríe por mi reacción y el aire me hace cosquillas en la oreja, por lo que encojo el cuello y ella se separa levemente para mirarme con la misma sonrisa que yo estoy poniendo. Está tan guapa que no me resisto a estirarme para dejar un par de besos cortos en sus labios sonrientes.

– Me alegra ver que no se te ha pasado el efecto confinamiento – me animo a bromear con lo que antes me daba tanto miedo y que ya no me asusta.

– ¿Efecto confinamiento? No lo conozco – se hace la loca inclinándose a dejar besos por mi cuello mientras habla.

– Sí, es eso de que te gusto porque seguimos medio encerradas.

– No me suena.

Enredo mi mano en su pelo cuando atrapa mi piel con sus dientes antes de pasar su lengua húmeda por ese mismo punto y la aprieto contra mí para que lo vuelva a hacer.

– Entonces... – tengo que hacer una pausa para contener el jadeo que me provoca su boca. – ¿Entonces me estás diciendo que no me estás besando por estar bajo la influencia de ningún efecto?

Tiro de su pelo para que se separe y poder ser yo la que le coma el cuello a ella, para que así pueda responder.

– Si dijera que no, mentiría. Es todo culpa del efecto Reche.

– ¿El efecto Reche? ¿Y eso qué es?

Tarda en responder porque se entretiene besándome y a mí hasta se me olvida lo que le acabo de preguntar cuando mete su lengua en mi boca en busca de la mía. Unos segundos después se aparta despacio y se ríe porque yo sigo su boca aún con los ojos cerrados, pero los abro cuando no la encuentro.

– Es muy simple, en realidad – me da un pico y vuelve a separarse. – El efecto Reche consiste en un mecanismo de acción-reacción muy sencillo. ¿Acción? Tú existes. ¿Reacción? Yo te quiero.

Sonrío como una boba y aparto mi mano de su cadera para subirla a su nuca y unirla con la que ya tengo ahí, tirando de su cuello para que se acerque hasta que sus labios rozan los míos.

– ¿Y cuánto tiempo me queda hasta que se te pase el efecto? – se ríe por lo que me gusta regodearme cuando me dice estas cosas, y me vuelve a besar.

– Espero que te esté pareciendo cómodo el sofá, porque te vas a pasar mucho tiempo sentada en él esperando que eso ocurra.

– ¿Mucho?

CuarentenaWhere stories live. Discover now