DÍA 24: Misión cumplida

17.8K 664 104
                                    

NATALIA POV

Vestida y con mi botella de agua en la mano, salgo de la habitación hacia la cocina para llenarla y encontrarme con Alba, que sé que está despierta porque lleva unos minutos haciendo ruido por el salón.

– Espero que la amenaza de anoche de una clase mortal de cardio no fuera en serio – digo cuando aparezco por el pasillo.

Se gira hacia mí y me sonríe mientras sigue apartando la mesita del medio para no matarnos. Al terminar se acerca a la barra de la cocina y se apoya en ella para contestarme mientras yo al otro lado relleno con agua la botella.

– Por supuesto que iba en serio. Si fuera tú, comía algo antes de empezar, no quiero desmayos – por su sonrisa traviesa sé que lo está pintando peor de lo que va a ser.

– Eres perversa – protesto saliendo de la cocina para empezar cuanto antes, acercándome a ella y agachándome para dejar un beso en su mejilla. – Buenos días.

Cuando veo que achina un poco los ojos y amplía su sonrisa por mi gesto, sin pensar rodeo su cuerpo con mis brazos y la achucho contra mí, notando al instante que ella me imita.

– Por muchos abrazos que me des no vas a ablandarme lo suficiente como para no hacer cardio – advierte seria pero apretando un poquito más sus brazos alrededor de mi cintura.

– Joe, una no puede dar los buenos días sin que piensen mal de ella – finjo indignación.

– Porque nunca los das así – apoya la cabeza en mi pecho sin intención de separarse. A lo mejor si aguanto el abrazo una hora dejamos el cardio para otro día.

– No estoy segura de que los abrazos entren en la categoría de mimos, podríamos excluirlos de la norma.

– Creo que esa norma no la estamos cumpliendo mucho – suelta una risilla contra mi pecho.

Y es verdad. Quitando el día de ayer en el que ella se marchó rápido, hemos estado alargando esos momentos de caricias y besos cada vez más con la excusa de que nos gusta estar así después de follar. Y ni hablar del día que me puse mala, que ahí no hubo ni sexo de por medio. Bueno, pero era porque estaba malita. Según lo pienso, yo misma me doy cuenta de cómo suena a excusa barata.

Alba separa la cabeza de mi pecho y la levanta para mirarme, aunque sus manos aún agarran mi cintura, por lo que yo bajo las mías a la suya para tirar de ella sutilmente mientras me muevo para atrás y me siento en el taburete que está justo detrás de mí.

– Es que esta situación se está empezando a hacer pesada ¿verdad? Con la tontería llevamos sin salir casi un mes, y se echan de menos cosas – digo con un puchero.

– Pues sí, yo cuando volvamos a ver a la gente o soy una asocial que no quiere saber nada de nadie o una lapa que va a necesitar el doble de contacto humano que antes, que ya era mucho. Uno de los dos extremos voy a ser, pero no sé cuál.

Tiro un poco más de su cintura para acercarla y al quedar entre mis piernas coloca sus manos en mis muslos sin darse cuenta, distraída por estar pensando en lo que estamos hablando. Yo también lo pienso, y en un instante llego a la conclusión de que puede que nos precipitáramos con estas normas tontas. Que sí, que si las pusimos eran para algo, concretamente para no dejarnos llevar más de la cuenta, pero si nos sale de forma natural, igual forzar lo contrario no es la mejor idea. Como ahora, pienso al notar los circulitos que hace con su pulgar en mi piel mientras sigue en su mundo, y tampoco pasa nada.

Con ese pensamiento me convenzo de que tampoco hay ningún problema si actuamos con normalidad. Si nos sale así pues lo hacemos así, tampoco por esto nos vamos a tener que casar. Al final si lo que hacemos es estar frenando lo que nos pide el cuerpo, nos vamos a rayar más que si no lo hiciéramos, y eso es justo lo que no queríamos.

CuarentenaOnde as histórias ganham vida. Descobre agora