DÍA 9: Mi puerta está abierta

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NATALIA POV

Me estiro en la cama intentando desperezarme y pensando en lo buena que fue la decisión de no hacer deporte hoy, porque ahora mismo solo quiero quedarme aquí dos horas más. Y eso es lo que hago, no dos horas, pero sí media por lo menos.

Sin tener ni idea de qué hora es por culpa de tener la persiana totalmente bajada, alcanzo el móvil de la mesilla y lo desbloqueo para ver la hora. Hostia puta, el brillo. Cuando consigo enfocar el reloj de la pantalla que casi me deja ciega, veo que ya son las doce y veinte. Me sorprendo porque no estaba cansada como para dormir tanto, pero tampoco hay nada que hacer, así que un día haciendo el vago es perdonable.

Antes de levantarme definitivamente, me quedo un rato más en la cama pensado en la fiestecilla de ayer y en esos cosquilleos que me recorrieron por dentro en algunas ocasiones. No sé por qué se dieron, pero sé que no es casualidad que justo coincidieran con los momentos en los que Alba estaba dentro de mi espacio personal o en los que mis ojos se posaban sin pudor en su cu... cuerpo, vamos a decir su cuerpo.

El caso es que ahora me siento un poco mal porque no debería tener ese impulso de querer acercarme a ella, al menos no en ese sentido, por muy atractiva que me parezca. Vale, me parece muy atractiva, ya está, ya lo he dicho. Supongo que esto es bueno, porque el primer paso para detenerlo es admitirlo. Me dejé llevar por el ambiente de anoche y por el alcohol que tomé, que me nubló las neuronas hasta el punto de querer que pase algo con mi compañera de piso. No pasa nada, ahora con la luz del día, soy capaz de ver lo malísima idea que sería eso, así que lo que toca es seguir como hemos estado todos estos días y listo. Normalidad.

Me levanto por fin de la cama para subir la persiana y abrir un poco la ventana, a ver si se ventila la habitación y de paso también mi cabeza. Es que entro en bucle muy rápido, debería hablar con Ici.

Salgo hacia el salón suponiendo que Alba ya se ha levantado, sin embargo, verlo todo como lo dejamos ayer, junto con el silencio que hay en la casa, me hace pensar que igual ella sigue durmiendo.

Es muy tarde para desayunar, pero tengo hambre así que cojo una fruta y me siento en una de las sillas de la terraza a que me dé un poquito el sol. Disfruto un rato de la calma que se respira hasta que vuelvo a entrar al ver que Ici me está llamando.

– Hola Natinat.

– ¿Qué tal mi amor? Estamos conectadas, te iba a llamar justo en un ratito.

– ¿Y eso? ¿Ha pasado algo?

– No, no ha pasado nada, pero quería hablar contigo.

– Uuuy, se viene salseo – sonríe pícara.

– No Ici, no te vengas arriba tan rápido, que no es nada.

– No tienes cara de que no sea nada. ¿Esto tiene que ver con la no-psicópata?

– Ici por favor no la llames así – me río por el nombre. – Puede que sí.

– ¡Bien! Va, cuéntame. Esta historia es lo único que da emoción a mi cuarentena.

– ¿Qué historia? No hay ninguna historia.

– ¿Y tú quieres que la haya?

– Pues de eso es de lo que quería habla contigo. Estoy un poco rallada.

– ¡Hostia! Que yo estaba vacilándote porque me hace gracia cómo te picas, no me esperaba que pasara algo tan rápido.

– ¡Qué no ha pasado nada! A ver, escúchame y luego ya comentas.

Le cuento a Ici lo que he estado pensando antes sobre sentirme atraída por Alba y lo mala idea que es. Le explico también por encima el tonteo, por llamarlo de alguna manera, que me pareció que había por momentos, aunque probablemente solo existiera en mi cabeza y por su parte no lo hubiera.

CuarentenaWhere stories live. Discover now