DÍA 30: El estúpido plan

18.2K 730 178
                                    

NATALIA POV

Justo en el momento perfecto, cuando ya lo tengo todo preparado, aparece Alba por la puerta, arrastrándose por el pasillo y frotándose los ojitos intentando deshacerse de todo el sueño que está claro que aún arrastra. Monísima.

– Hola – saluda entrando del todo a la cocina.

– Buenos días Alba.

– Nat... ¿esto es por lo de ayer? – pregunta al ver encima de la barra todo mi despliegue de medios para un desayuno de categoría. – No sé cómo decirte que está todo bien, no tienes que hacerme la pelota.

– ¿Esto? – me hago la loca quitándole importancia. – Que va, esto no es nada.

– Ya, seguro. De verdad que no hace falta, pero muchas gracias.

Se sienta en el taburete en frente de mí y empezamos a desayunar. La miro mientras disfruta de una de las tostadas de aguacate y pienso en lo imbécil que fui ayer y en la suerte de que ella quisiera dejarlo pasar y no guardarme rencor.

Sin embargo, por mucho que ayer dijera de verdad que olvidaba todo lo que nos dijimos, y aunque yo me crea que lo dijo con sinceridad, no puedo evitar sentir que hemos dado un par de pasos para atrás. Prueba de ello, aunque sea una tontería, es que no me ha dado un beso de buenos días ni se ha acercado a mí en ningún momento. Vale que tampoco fuera una rutina, pero llevaba ya unos días en los que era lo primero que hacía al verme. Supongo que, aunque sepa que nada de lo que dije iba en serio, es inevitable que algunas de sus dudas se vean reforzadas por lo que me escuchó decir ayer. Si es que eres tonta, Natalia.

Dejo de martirizarme mentalmente porque ya no sirve de nada pensar en eso y decido que hoy me voy a pasar el día poniéndole remedio. ¿Mi plan? Ni idea, pero de momento voy a intentar estar el máximo tiempo pegadita a ella, que vea que todo es como siempre.

– Oye, ¿quieres que luego demos una clasecilla con la guitarra? – propongo cuando acabamos de desayunar.

– ¡Vale! – se entusiasma rápidamente. – Tengo ya dominadísimo todo lo que me enseñaste. ¿Lo de que el alumno supera al maestro? Dame un par de semanas y lo cumplo – bromea.

– Bueno, perdóname Paca de Lucía. Cuando quieras dejo que las clases me las des tú a mí – le sigo el rollo.

– Tiempo al tiempo, Lacunza.

Lo recogemos todo y ella se marcha hacia el pasillo tras avisarme de que se va a dar una ducha. Yo me voy a mi habitación y aprovecho para hablar un ratito con mis padres y mis hermanos. Al acabar, salgo de nuevo al salón y veo a Queen tumbada en una esquinita del sofá. Con cuidado de no espantarla, me siento en la esquina contraria y ella me mira con suspicacia hasta que poco a poco se acerca a mí.

– ¿Me has perdonado tú también? – le pregunto cuando llega hasta mí y se sube a mi regazo. – Yo creo que sí.

Le agarro las dos patitas delanteras y empiezo a moverlas, riéndome al ver las caras que pone. Debe pensar que soy estúpida. Le doy mimitos y juego con sus patitas unos minutos más, comprobando que no me odia, y en esas estamos cuando su dueña entra de nuevo.

– ¿Qué hacéis? – dice sonriendo al vernos.

Yo levanto la vista un instante para sonreírle de vuelta, pero en seguida centro mi atención de nuevo en la gata, aún jugando a llevar sus patitas de un lado al otro de mi torso donde está estirada.

– Es que ayer aprendí una cosa, y es que, si te metes con Albi, le pides perdón a Albi, pero también le pides perdón a Queen. ¿A qué sí Queen? – pregunto rozando su nariz con la mía, aunque ella ni se inmuta. Sonrío y vuelvo a mirar a Alba que se ha acercado del todo a nosotras. – Dice que sí, pero tranquila, que ya lo hemos solucionado.

CuarentenaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon