DÍA 21: Primera señal

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NATALIA POV

Llevo unos minutos intentando vencer a la sensación de estar despertándome para poder aguantar un rato más en la cama, pero me siento tan descansada que me resulta imposible no acabar abriendo los ojos. Ajustándome a la poca luz que hay en mi habitación, me estiro hacia la mesilla para mirar en el móvil la hora. Madre mía, las once y veinte, he dormido muchísimo.

Al ser tan tarde no espero más y me levanto de la cama para empezar el día. Me visto con un chándal cualquiera y paso por el baño para lavarme la cara y despejarme del todo. Noto la casa en silencio, lo cual no me sorprende porque tampoco espero que Alba esté por medio del salón hablando sola. Salgo por el pasillo y la veo sentada en una de las sillas de la terraza dibujando en el bloc que descansa sobre sus rodillas.

Voy a la cocina y me preparo algo de desayunar a pesar de que ya es tarde, porque me muero de hambre después de tantas horas sin comer, y más teniendo en cuenta lo poco que cené ayer. Aprovecho que Alba está fuera y no está prestando atención para esconder el ratoncillo. Cuando lo tengo listo, llevo el desayuno a la terraza para poder tomármelo acompañada.

Al oírme llegar, Alba levanta la mirada del cuaderno y me sonríe.

– Buenos días.

– Hola – respondo colocando las cosas en la mesita y acercando la silla que queda libre.

– ¿Cómo te encuentras?

– Como nueva la verdad. Creo que no me sentía tan descansada desde hacía semanas.

– Menos mal, ayer estabas con tan poco ánimo que hasta me sentía mal de verte así.

– No era mi mejor momento desde luego – digo empezando a comerme el desayuno. – Por cierto, gracias por cuidarme, que ayer estaba tan agotada que no sé si llegué a decírtelo.

– Y dale con eso, si yo no hice nada. Ya ves lo que me cuesta prepararte unos macarrones y una sopa.

– Solo por aguantarme tienes el cielo ganado.

– Exagerada – se ríe.

Pasamos el rato en un silencio agradable, ella dibujando y yo comiendo e intentando aguantar la risita que se me escapa al verla con la lengua fuera, como siempre que se concentra. Cuando acabo y lo recojo todo, vuelvo a mi habitación para coger el móvil y hacer algo que llevo evitando toda la semana. Voy a su contacto y sin pensar mucho para no arrepentirme, pulso el botón de videollamada. Al descolgar me mira con cara de confusión y luego cambia el gesto como si hubiera entendido algo.

– Anda es verdad, si yo tenía una amiga como tú, ya no me acordaba.

– Ici qué tonta – me río por su manera de contestar. – Hola – digo con la voz pequeña.

– No me pongas esa vocecita de inocente que pensaba que ya te habías olvidado de mí.

– Jo Ici, he estado un poco ocupada. Y tampoco te he ignorado tanto, hemos hablado – hago un puchero para ablandarla.

– Eres adorable cuando te pones así y lo sabes, así que no lo uses en mi contra – yo me río porque siempre consigo que no se enfade conmigo. – Y contestarme con monosílabos a los mensajes no cuenta como hablar. ¿Qué has estado haciendo? Ya podrías darme ideas, que estoy más aburrida que ocho aburridas.

– ¿Desde cuándo me copias las frases? Va, cuéntame cómo estás.

Hablamos durante un rato de cosas sin importancia y de otros temas que a Ici le preocupan y por un momento me olvido de lo que yo quería hablar con ella, lo que hace que me relaje y baje la guardia. Ella, que parece notarlo, aprovecha para sacar el tema.

CuarentenaWhere stories live. Discover now