DÍA 41: ¿Y ahora qué?

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ALBA POV

No necesito ni un solo segundo para notar antes que ninguna otra cosa al despertar, los brazos de Natalia rodeando mi cintura. Con la sonrisa plantada en mi cara desde este momento, me giro sobre mí misma para poder ver su carita de frente al abrir los ojos, pero antes de hacerlo, me acerco a tientas y acaricio con mi nariz sus suaves facciones. Tras dejar un diminuto beso en su mejilla, abro por fin los ojos para ver su moflete aplastado en la almohada, sus labios entreabiertos y la paz de estar durmiendo muy a gusto reflejada en su gesto.

Después de unos segundos observando la belleza cruda de su rostro, llevo la mano hasta ella y con un dedo acaricio su piel, provocando que frunza el ceño como un bebé molesto y mueva la cara contra la almohada para deshacerse del contacto que parece incordiarle. Sonrío ante su reacción y repito mi movimiento obteniendo la misma, lo que casi me hace reír en alto por su carita enfadada.

Divertida por cómo se revuelve cada vez que la toco, sigo un par de minutos más hasta que se cansa de mí y se mueve para alejarse de mi cuerpo, colocándose al otro lado del colchón. Será posible..., pienso sin dejar de mirar lo adorable que es ese bebé gigante durmiendo. Aprovechando la libertad de movimiento al no tener sus brazos sobre mi cuerpo, me levanto de la cama para subir un poco la persiana y que entre algo de luz, pero no mucha para que la morena no se enfade.

Rápidamente me vuelvo a meter bajo las sábanas queriendo recuperar el calor que he perdido al salir de ahí, y no porque haga frío, sino por el contraste de temperatura dentro de la cama y fuera. No me acerco al cuerpo de la morena, pero me elevo sobre mi hombro para disfrutar de las vistas mientras se despierta.

Ahora que hay más luz en la habitación, y después de haber estado molestándola, no tarda mucho en empezar a despejarse, y al cabo de unos minutos se lleva la mano a los ojos para restregárselos por el sueño, pero aún así no los abre.

Estira la mano sobre el hueco vacío en el colchón, y no es hasta que frunce el ceño de nuevo y eleva un poco la cabeza, que me doy cuenta de que está buscando mi cuerpo. Con miedo de que se asuste pensando que la he dejado sola en la cama de nuevo, rápidamente alargo mi brazo para agarrar su mano y que note que estoy aquí, tal y como prometí, porque no quiero estar en ningún otro sitio.

Su gesto se relaja en el instante en el que mi mano entra en contacto con la suya, y todavía sin abrir los ojos, se apoya de nuevo en la almohada dispuesta a luchar contra las ganas de despertarse del todo.

– No vale volver a dormirse – susurro acariciando su mano mientras me acerco a su cuerpo, haciendo que sonría al escuchar mi voz.

– No estoy durmiferunsdn – murmura de manera inentendible con la cara hundida en la almohada.

– ¿Qué has dicho?

Mi ronroneo en su cuello al apoyarme en su costado le hace volver a sonreír, y se da la vuelta para colocarse bocarriba, tirando de nuestras manos aún entrelazadas para que me pegue más a ella. Con medio cuerpo sobre el suyo, suelto mi mano para apoyarme en el colchón y empezar a dejar besitos pequeños y suaves por su cara.

– Más – pide cuando me detengo, a la vez que lleva sus manos a mi espalda para abrazarme.

– No hasta que abras los ojos.

Lo hace inmediatamente, provocándome una pequeña risa que amortiguo contra sus labios cuando la beso, haciendo que vuelva a cerrarlos. Al separarme de su boca recorro de nuevo su cara con mis labios, usando la misma suavidad a pesar de que sé que ya está despierta del todo. Cuando abre los ojos otra vez, el brillo que hay en ellos se cuela entre los resquicios de sueño para hacerme sentir enormemente afortunada porque alguien me mire así.

CuarentenaWhere stories live. Discover now