DÍA 134: Jugar en equipo

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ALBA POV

Abrir la puerta de casa y arrastrar la maleta hacia dentro hace un ruido que advierte a Queen de que ya he llegado a casa, por lo que viene rápidamente a mi encuentro, enredándose y dando vueltas entre mis piernas para saludarme. Me hace cosquillas en los tobillos, así que me agacho para cogerla en brazos y le lleno la cabeza de besos.

– Hola, mi vida. ¿Me has echado de menos? – ronronea contra mi mejilla a modo de respuesta. – ¿Te ha cuidado bien Nat o tenemos que regañarla? Seguro que has hecho con ella lo que te ha dado la gana...

Le doy unos cuantos mimos más hasta que se aburre y se revuelve para que la deje en paz, por lo que la suelto en el suelo y cojo mi maleta para avanzar hasta el salón. Sonrío en grande al encontrarme a Natalia tirada en el sofá completamente dormida, con el ordenador encima como si se hubiera dormido trabajando.

Me acerco y retiro el ordenador, dejándolo en la mesa para que no corra peligro, y luego le acaricio la mejilla a la morena, que ni se inmuta.

– Menos mal que no tenías que ir a recogerme porque todavía estaría allí esperando – susurro peinándole el flequillito que se le forma.

No sé cuánto tiempo llevará ahí porque sigue sin enterarse de mis caricias, así que por si está muy cansada decido dejarle un ratito más y aprovechar para darme una ducha mientras se despierta.

Dejo la maleta ahí para recogerla luego y voy a la habitación a por ropa limpia antes de meterme en el baño. Sin prisa me relajo bajo el agua, hasta que cuando estoy a punto de terminar, oigo que se abre la puerta e inmediatamente se forma la sonrisa en mi cara al escuchar su voz al otro lado de la mampara de la ducha.

– Espero que denuncias sepas leer – dice cerrando la puerta del baño de nuevo – porque acabo de mandar una que lleva tu nombre.

– ¿Y se puede saber qué delito he cometido? – pregunto divertida a la vez que oigo su camiseta caer al suelo.

– Llegar a casa después de más de dos semanas sin vernos y no avisarme, ¿te parece poco?

Ha sido un pena porque se suponía que Natalia iba a volver de Pamplona antes de que yo me fuera a Elche, pero al final pudo alargar el viaje con su familia y ya no nos dio tiempo a vernos entre medias, lo que han supuesto casi tres semanas sin vernos.

– Es que yo esperaba un recibimiento por todo lo alto, pero lo único que me he encontrado ha sido a mi novia en el quinto sueño babeando sobre el sofá.

– No pongas excusas, vas a la cárcel por no despertarme.

– ¿Por qué no entras aquí conmigo? Seguro que llegamos a un acuerdo.

Antes casi de que termine la frase ya se ha abierto la mampara de la ducha y la morena entra con una sonrisa que le ocupa toda la cara, probablemente igual de grande que la que yo estoy poniendo.

– Ya estoy notando las ganas de perdonarte – dice recorriendo mi cuerpo con la mirada cargada de deseo.

Estiro el brazo para agarrarla y atraerla hacia mí para poder cerrar la mampara, y cuando la tengo pegadita a mi cuerpo, paso mis brazos por sus hombros y me pongo de puntillas para besarla. Sus manos se colocan en mi cintura, apretándome la piel como respuesta a los paseos que se da mi lengua en busca de la suya, y provocándome más ganas de las que ya tenía de sentirla. Sigo unos minutos deslizando sin prisa mi boca sobre la suya, disfrutando de estar de nuevo con ella y poder saborear sus labios, que es una de las cosas que más me gusta de este mundo.

Quizás sea porque desde que nos conocemos no nos habíamos separado ni un día, pero ahora que he estado tantos sin verla me doy cuenta de los muchísimos sentimientos que un simple beso suyo es capaz de provocarme. Excitación, por supuesto que sí, y más desnudas dentro de la ducha, pero también una extraña tranquilidad, como si besando sus labios pudiera relajarme porque no hay nada de lo que me tenga que preocupar. También seguridad, aunque eso tiene más que ver con sus manos en mi espalda subiendo y bajando con caricias lentas. Siento también nervios, de los buenos, junto a una calma que no entiendo muy bien pero que es agradable.

CuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora