DÍA 518: Mi recuerdo favorito

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ALBA POV

– Sí, yo creo que si cambiamos los colores por los que teníamos al principio quedará mejor.

– Vale. ¿Te parece que nos tomemos un café y empezamos con eso? He salido justa de casa y no me ha dado tiempo a desayunar – propongo.

– Genial, yo también necesito uno, con este calor cada día duermo peor. A ver si se pasa un poco.

– Pues estamos a mediados de agosto, nos queda para rato.

Irene y yo nos acercamos a la pequeña salita del estudio que usamos para los descansos y mientras yo busco algo para comer de lo que solemos dejar por aquí, ella va encendiendo la cafetera.

Cuando los cafés están listos y mi compañera los acerca a la mesa donde yo ya me he sentado, mi móvil empieza a sonar. Lo saco del bolsillo para ver quién es y en cuanto veo su nombre en la pantalla, suspiro negando con la cabeza.

– ¿Todo bien? – pregunta Irene al ver mi reacción.

– Sí, es Natalia.

– ¿Está mejor? – se preocupa.

– Ahora te cuento, ¿vale? Voy a cogerlo que si no va a ser peor.

Me levanto de la silla y me pongo de espaldas, pero tampoco salgo de la sala porque no pretendo que la llamada dure demasiado. Descuelgo y antes incluso de que diga nada, la vocecilla dulce de Natalia se cuela por el teléfono.

– ¡Hola Albi!

– Hola, mi amor. ¿Todo bien? ¿Estás bien? – pregunto por si acaso, aunque ya sé la respuesta.

– Sí, Albi, ¿y tú? ¿Cómo estás?

– Nat, cariño, ya te lo he dicho. No puedes llamarme todo el rato solo porque estás aburrida. Estoy trabajando.

– Albi, pero si es la primera vez que te llamo – noto en su voz el puchero que está haciendo y sonrío al imaginármela. – Jolín, solo quería saber cómo iba tu día.

– Hoy, Natalia, la primera vez que me llamas hoy. Hablamos anoche antes de dormir, cariño. ¿Y cómo me va a ir el día si son las nueve y media de la mañana? No ha dado tiempo a que me vaya ni bien ni mal – me río al escuchar el chasquido que hace con la lengua como protesta por mi suave regañina. – Nat, si es que apenas llevo un rato en el estudio.

– ¿Y has dormido bien? – me vuelvo a reír al ver que ignora lo que le acabo de decir.

– Sí, ¿y tú? ¿Cómo te encuentras?

– Yo muy bien. Quiero verte ya – suspiro al escucharla.

– Yo también Nat, pero aún no se puede. ¿Por qué no aprovechas y duermes un rato más? Aún es muy pronto y así recuperas fuerzas.

– Es que ya no tengo sueño, llevo doce días sin hacer otra cosa que dormir. Ya estoy aburrida de estar en la cama.

– Bueno pues hazlo por mí que no puedo. Así se te pasa el tiempo más rápido.

– Vale. Oye, ¿en qué estáis trabajando ahora?

– Natalia – sonrío porque sigue queriendo sacar tema de conversación. – Mi amor, luego te llamo en el descanso de comer, ¿vale? Que ahora me has pillado tomándome un café rápido, pero tengo que trabajar.

– Vaaaaaale – acepta porque no le queda otra. – Te quiero mucho, Albi.

– Y yo, cariño. Hasta luego.

Cuelgo la llamada después de escuchar el sonido del beso que ha lanzado al teléfono y sonrío negando con la cabeza mientras vuelvo a la mesa para sentarme.

CuarentenaWhere stories live. Discover now