☾ Capítulo 1. Memorias del pasado

4.8K 587 101
                                    

2 de enero de 1980

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

2 de enero de 1980. 

Osaka, Japón.

Hay algo que he olvidado. En mi cabeza falta una memoria muy importante; y aunque no recuerdo que sea ese "algo", siento que está relacionado con la muerte de mi hermana menor. Ella era una omega encantadora y adorable, con el característico y fresco olor a mar. La playa era su sitio favorito, encajaba tan bien con su personalidad.

No como yo, un omega sin aroma, que carga un cuerpo tosco, sin gracia y más similar a un beta. Con un celo irregular que no llama la atención de ningún alfa (no importaba que fuesen dominantes o recesivos), por lo menos no alfas con buenas intenciones pero ¿qué alfa se acerca sin malicia a un omega?

Han querido "regular mi celo" marcando mi cuello o acostándose conmigo, incluso algunos doctores atrevidos se ofrecieron "amablemente'' a realizar la terapia. Insensibles. Asquerosos. Simplemente alfas.

Solíamos vivir en Nueva York, mis padres, mi hermana y yo. Cuando solo tenía 9 años, desconocía mi segundo otro, el primero era masculino y más adelante sabría que el segundo era omega.

Dejamos aquella ciudad llena de luces y movimiento cuando ella falleció, el duelo sería menos difícil si no veíamos todo el tiempo cosas que nos recordaran a ella. Fue verdad, hasta cierto punto, hizo las experiencias horribles más fáciles de olvidar, pero no de superar. Me es difícil traer a mí mente de vuelta muchas vivencias de ese tiempo.

Japón, el tranquilo país de mi adolescencia, me ha permitido no ser discriminado solo por ser un inútil omega recesivo; hay una increíble cantidad de historias de persistencia y éxito que son presumidas por la T.V. para alentar a otros jóvenes omegas a sobreponerse a los alfas y betas que se creen mejores que ellos. Sé que existen países en los que esto cambia radicalmente, lugares donde ser omega es una maldición que cargan hasta que su corta vida se viese interrumpida, llegando al punto en que había padres que sacrificaban a sus bebés omegas para no traer desgracia a su familia. Regiones con mentalidades arcaicas donde se vendía a los omegas como objetos de adorno para alfas que manejaban ridículas cantidades de dinero.

Estaba agradecido por haber solo tenido que soportar algún que otro acoso, que jamás llegó a sobrepasar un nivel de tolerancia aceptable... ojalá fuese posible que mis interacciones negativas se hubieran mantenido en cero. Detestaba sentirme incomodo o apenado, por como los demás me trataban al ver mi pesado collar negro rodeando mi cuello, el cual debía utilizar para evitar ser mordido y "marcado" por algún alfa inconsciente. Se suponía que podía rechazar el enlace, pero no quería comprobar si era posible en realidad.

La pena era mayor cuando estos se acercaban, pensando en conseguir atrapar un agradable aroma, ofendidos al ser timados o engañados por el collar. Ya que como dije, no tengo olor, por lo menos no uno muy fuerte ni llamativo.

Aun con las represalias de mi madre (una omega hogareña) y de mi padre (un simple beta), deseché mi collar a los 15 años. Pasé desapercibido como un beta, sentí la libertad de no ser observado más de la cuenta, de no hallar manos resbaladizas al utilizar el metro, de conseguir un trabajo de medio tiempo sin ser acosado por jefes presuntuosos o compañeros extraños.

Pero todavía existía ese algo que no me permitía vivir en paz. No sabía dónde lo había dejado o si se encontraba escondido en alguna parte dentro de mí o ahí afuera, en el peligroso mundo de los omegas. O en Nueva York.

Pronto entraría a la universidad. Llevaba cuatro largos años ocultando que era un omega, abriendo puertas hasta que conseguí hallarme donde me encontraba actualmente; esperando matriculación para clases de periodismo. La fotografía también me llamaba, pero una y otra iban ligadas, así que no había problemas.

Por eso, decidí darme unas vacaciones de una semana antes de incorporarme por tres años a clases. Eso fue lo que le dije a mis padres, estuvieron de acuerdo, mientras que fuere a donde fuere llevase el collar puesto. Solo dudaron cuando les dije a qué lugar me dirigía. La ciudad de Nueva York quizá ahí era donde se guardaba aquello que había olvidado.

Mi vuelo a escala quedó fijado para el 14 de Marzo, regresaría exactamente una semana después, debía abordar el avión de vuelta a Japón el 20 del mismo mes. Volvería, pasara lo que pasara, con o sin eso que buscaba, tenía un tiempo limitado para obligarme a no desperdiciarlo en nada que no valiera la pena.

Descubriría que era lo que había dejado atrás, lo resolvería y, ya en paz, continuaría mi formación regresando a mí faceta como un beta hasta acabar la carrera.

Nada de romance, aun cuando la leyenda que hablaba de las parejas destinadas, un alfa y un omega nacidos para encontrarse. Las probabilidades de hallarse siempre se consideraban, en relativo, bajas. Menos con las opciones disponibles de alfas prepotentes que parecían sacados por catálogo.

¿Eran los únicos que la vida tenía para ofrecerme? ¿El patrón se repetía en todas partes del mundo?

Estoy muy agradecida con los nuevos y antiguos lectores. Por ser pacientes.

La próxima actualización es:
5 de Marzo (viernes también).

Hoy acaban mis exámenes, me tomaré el fin de semana para descansar y continuaré escribiendo.

Tengo las primeras 51.8k palabras de está historia ya EDITADAS. Así que sólo les pido un poco más de paciencia.

¡¡El 5 de abril comienzan las actualizaciones SEMANALES!!

Besos robados en Nueva York  [Omegaverse]Where stories live. Discover now