☾ Capítulo 9. ¿Encuentro destinado? (I)

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16 de Marzo de 1980

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16 de Marzo de 1980. 

Queens, Nueva York.

Cumplí el comisivo de la noche anterior. Levantándome a primera hora alimenté a los gatitos y les di mimos. Luego de preparar mi propio desayuno, un sencillo café caliente y galletas. Me di una ducha, lavando correctamente alrededor del collar, diseñado en específico para que no fuese necesario retirarlo, incluso para bañarse. Era perfecto; soportaba grandes temperaturas, recubierto de metal, era prácticamente imposible romperlo o forzar la cerradura. Dentro de lo que cambia estaba a salvo de que mi cuello fuese visto como una "tentación" para morder.

Salí abrigado a la calle, nevó mientras dormía y ahora bolas blancas se acumulaban en las esquinas, el piso congelado con escarcha. El parque quedaba cerca, si tenía problemas solo debía correr de regreso a refugiarme en casa. Tampoco podía permitirme estar asustado por lo del día anterior, aprovecharía mis días en Nueva York, tragándome el miedo. Pensando en positivo, me había ayudado a "sacar" cierto valor. Al darme cuenta de que mis artilugios servían para defenderme y que podía estropear las intenciones de cualquier alfa.

El parque no se había vuelto más famoso o reconocido con el paso de los años, su mala fama fue ocultada un poco luego de su remodelación, pero un cambio drástico y limpieza extrema parecía no ser suficiente para promoverlo. No entendía el motivo, era bellísimo. De día incluso más que de noche.

Tenía espacios verdes en los que era tan fácil olvidar que te encontrabas en medio de la ciudad, cambiando el panorama a la mitad de un selvático. Los árboles eran enormes, con sus troncos gruesos y juntos, haciendo un laberinto natural en el que luché por no entrar a perderme. No era un niño y sabía, por la experiencia de perseguir gatos por la noche que, de entrar ahí, no saldría con la mejor apariencia. Me reí por lo bajo, porque esa noche fui todo un espectáculo lamentable para cualquiera que me viera. Tenía unas dimensiones extensas, del tamaño de una manzana, en el mapa lo comprobé.

Seguí todos los caminos disponibles, derecha, izquierda y luego de nuevo, derecha e izquierda. Cuando era niño, llegué a todos lados, incluso a las zonas que todavía permanecían inhabilitadas. Durante mi caminata en más de una ocasión quise adentrarme en el bosque y buscar los paisajes que veía de niño, pero no me atreví a tanto. Los pájaros salvajes y algunas ardillas eran los únicos con los que me había topado. No había insectos, no era temporada de su proliferación. Después de un rato, una pareja de corredores pasó a mi lado, el piso uniforme, las subidas y bajadas (como pequeñas colinas) creaban una pista perfecta para entrenar.

Me enorgullecía que el sitio fuese tan agradable que, aunque fueran pocas las personas que se daban cuenta de su belleza, éramos libres de verla sin reparos. Soplé sobre mis manos frías, justo cuando llegué al puente, el lugar en donde conocí a ese alfa.

Por su culpa no había tenido oportunidad de cruzar al otro lado donde, según el mapa de mi hermana, se escondía el lugar perfecto para encontrar "piedras de colores e insectos horrendos". Antes de llegar al final del puente de metal admiré el fondo verduzco del lago, congelado y con escarcha en la superficie. Sombras de peces de colores nadando muy profundo, aguantando las bajas temperaturas.

Besos robados en Nueva York  [Omegaverse]Where stories live. Discover now