☾ Capítulo 2. Luces en el cielo

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14 de Marzo de 1980

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14 de Marzo de 1980. 

Queens, Nueva York.

Había vivido mis primeros 10 años de existencia en Nueva York. Sin embargo, sentía que no conocía esta ciudad, no reconocía ninguna de aquellas calles. Entender el idioma no me costaba, ni hablarlo, pero la cabeza me dolía por el esfuerzo de traducir todo del inglés al japonés.

Subestimé el frío, mis manos desnudas lo pagaban caro, dentro de los bolsillos de mi campera roja. Tenía una cubierta gruesa, pero ante el fin del invierno me parecía de tela delgada. Debía conseguir guantes o mis dedos se caerían.

Tragué saliva con fuerza, ahorcándome con el collar de 5 centímetros de alto que abrazaba mi cuello, a veces olvidaba que lo traía. Tardaría en acostumbrarme de nuevo a portarlo. Mi madre me obligó a invertir muchísimo dinero en él, rogándome dejar la llave para abrirlo con ellos, en Japón. Escogimos el más grueso, por lo tanto, el menos estético.

Toda seguridad era poca ante los depredadores neoyorquinos. Me advirtieron repetidamente sobre ellos, de los sitios que no podía visitar, de las zonas donde jamás debía pasar, acerca de los estafadores, y de un muy largo etcétera de gente que era probable que me encontrara. Solo al ver mi verdadera resolución de enfrentar el pasado, es que logré convencer a mis padres de dejarme hacer este viaje.

Me dirigí a la casa que albergó mi niñez y la de mi querida hermana. Respiré profundamente, el aire quemándome los pulmones por el choque de frío contra mi cálido interior. Estornudé repetidas veces por mi osadía, limpié mi nariz con mi manga larga y seguí caminando. El cielo estaba negro, aparentando la noche, culpa de las nubes dispuestas a soltar nieve que sería prontamente ensuciada por los miles de transeúntes y autos, la cantidad de personas en movimiento por la calle me agobiaba.

Mi primer desafío era encontrar la dirección sin más ayuda que la de un pequeño mapa, que mi madre hizo. Traté de compararlo con el que compré hace poco en una tienda, pero no hallé en donde encajarlo. Me moví con ritmo para mantener el calor. Me perdí un par de veces en calles sin salida, hasta que por fin la encontré. Solté un suspiro al mirarla, una nube de vaho provino de mi boca. No la recordaba demasiado bien, aunque tampoco estaba tan mal.

La casa tenía un solo piso, era pequeña, de color blanco y muy alejada de los grandes edificios de la ciudad, todavía estaba dentro de Nueva York, pero tuve que subirme a un autobús y luego caminar mucho para llegar. Aun si no me hubiera perdido, el trayecto era considerablemente largo. Las casas alrededor eran similares, una copia exacta de la anterior con sus techos bajos y pequeñas diferencias que marcaban cada hogar; un vecindario lleno de familias.

Abrí la puerta de madera pintada de blanco con mi propia llave, crujió un poco debido a que no solía usarse mucho. La dejamos abandonada y sin cuidados extensos. Una amiga de mi madre, Jessica Randy, hizo el favor de limpiar un poco y conseguir algunos muebles para que a mi llegada no estuviera tan desolado.

Besos robados en Nueva York  [Omegaverse]Where stories live. Discover now