☼ Capítulo 7. Nariz de sabueso

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15 de Marzo 1980, 

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15 de Marzo 1980, 

Brooklyn, Nueva York

Unas horas antes...

Como no necesitaría más de los hombres inútiles enviados por Golzine, los despedí a todos sin darles explicaciones; no se las debía. Sin ellos encima, tenía libertad de utilizar mi motocicleta roja oculta en el estacionamiento subterráneo del edificio, otro secreto a voces. No hubo reclamos, gritos, ni quejas; los betas aceptaron en silencio mi decisión. Nadie, jamás, cuestionaba mis elecciones. Tenía unas cuantas horas antes de que Golzine me enviara mejores reemplazos. Me resguardaba porque quería, por así decirlo, mantenerme "seguro" pero no se atrevía a deshacerse de Arthur. Nuestra rivalidad le parecía entretenida y divertida. Seguramente apostaba con otros quién de los dos moría primero.

De los tres, yo era el que menos se lo tomaba en serio, Arthur estaba desesperado por ganar la aprobación de Golzine, deshaciéndose de todos los "problemas" que le impidieran triunfar. Me mataría si bajaba un segundo la guardia y no le daría ese gusto. Yo no iba a morir.

Kong montó su motocicleta negra, íbamos lado a lado, conduciendo entre las calles. El casco ocultaba su identidad, en tanto que mi persona no utilizaba ninguno; lo tenía en el asiento de atrás en caso de necesitarlo. Ellos eran quienes debían prever no ser reconocidos. El "Lince solitario", siempre andaba individualmente, esa era mi marca y no la perdería.

Nos dirigimos a nuestra zona segura, que tampoco era para nada secreta. Se suponía que solo "La manada" podía encontrarla, pero ahora parecía más un refugio para gente que no tenía a donde ir. Era un lugar pequeño, no había mucho espacio para albergar a todos los miembros, por eso teníamos un sitio más grande (conocido como " La Cueva") para reuniones de emergencia. Ahí había espacio más que suficiente para cada miembro.

Para esta reunión, de los conocidos "grandes lobos" sería suficiente un lugar más privado. Este sitio tenía el nombre de "La madriguera". Sé que no lo parece, pero nos rompimos la cabeza para poner los nombres.

Ahí solamente seríamos 3 lobos y un lince.

Dos de ellos ya nos esperaban y junto a mí, llegaba el tercero, estaba más que claro quién era el lince aquí.

Era un local apartado, solo podías encontrarlo si sabías exactamente qué buscabas, uno de los beneficios de la enorme ciudad de Nueva York, que utilizamos a nuestro favor. Servían tragos con un código oculto, no debías beber más de dos, si lo hacías, era claro que no conocías tal regla. Entonces, el cantinero te pediría que salieras, justificándose con la mentira de que el lugar pronto cerraría y, si te negabas era probable que no lo dejaras nunca.

Cuando entramos, las luces estaban apagadas, como siempre. Solo había pequeñas fuentes de luz para dar un ambiente de descuido y suciedad, ningún cliente decente querría pasar su tiempo en aquel sitio tan lúgubre. Los "lobos" que llegaron primero no hablaban entre ellos, permanecían silenciosos, tenían su primer trago sobre la barra, llenos y sin tocar, sentados uno junto al otro. Dándonos la espalda.

Besos robados en Nueva York  [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora