☾ Capítulo 38. ¿Nuestro final? (I)

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23 de Agosto de 1980. 

Queens, Nueva York.

Observaba los días pasar, como un festival de eventos. Cada amanecer significaba una aventura nueva fuera de mi rutina anterior, elaborada principalmente por Jessica y algunas de sus amigas. Festivales de moda, desayunos, almuerzos y cenas planeados al pie de la letra, visitas a ciudades vecinas, eventos que sabía no eran de última hora, pero siempre fui al que notificaban al final.

Incluso el apoyo de Yut Lung quien para mi sorpresa se había vuelto de forma inexplicable en una amistad cercana. Haciéndome compañía en momentos donde no deseaba la presencia de Jessica, que aunque fuese como mi madre no podía contarle todo de mi corazón. Sabiendo de sus insistentes esfuerzos por hacerme olvidar.

Ella conocía en su totalidad la situación con Ash, que me escuchara quejarme o llorar no me aliviaba demasiado, porque aunque era un amor de persona y jamás me dijo algo similar a "te lo dije" o "sabía que acabaría así". Tampoco quería forzarla a aguantar todo mi bienestar mental. Dentro de lo que cabía, Yut fungió como un confidente que sabía guardar bien lo que le contaba. Estaba seguro de que los meses que me hizo compañía fue mejorando en su ser empático, dejando de menospreciar mis sentimientos a manera de escudarse y no sentirse afectado, detrás de comentarios mordaces para escapar. También yo le oía cuando lo necesitaba, tenía sus problemas y presiones. Era tan humano como todos.

Max Lobo, reapareció en la vida de Jessica. Igual a como se fue, regresó. No dijo muchos detalles sobre dónde había estado y ella tampoco quiso preguntar mucho. Tenían su forma de contentarse, sin indagar en la vida personal de otro, confianza absoluta y ser pacientes. Un romance único que se completaba con el amor a su hijo. Sé que le dijo como apoyaba a "la manada", y demás, pero repito, no quiso dar muchos detalles esa vez.

Bones apareció también, tocando mi puerta una tarde, cuando la noche se hacía presente por la calle. Dejó la motocicleta estacionada afuera y no se quitó el casco hasta que estuvo dentro de casa. No había cambiado ni un poco. Representando por completo la palabra confianza.

–No sé cómo puedes seguir viviendo aquí –llevó su cabello para atrás, que a pesar de eso continuó despeinado. Le ofrecí una soda, parecía agotado, él aceptó mi oferta. No nos habíamos visto en mucho tiempo y quería entender en que termino nos encontrábamos ambos–. Creo que yo habría corrido lejos luego de vender la casa.

–Ese era el plan cuando llegué de Japón –abrí la lata fría sobre la mesa, luego fui por un vaso de cristal y la serví en el. Arrastré el vidrio lleno de líquido en su dirección, también arrimé una silla para que se sentara. Nos hallábamos solos en casa, ya nadie pasaba el día pegado a mí. Poco a poco desprendidos al notar progreso en mi bienestar, aunque todavía demasiado presentes y cuidadosos–. ¿Qué se te ofrece, Bones? No te apareciste antes.

Recogí al gato que se andaba entre mis piernas, lo monté en mis muslos. No conseguimos encontrarle adoptante, desistimos luego de unos intentos, como señal de que el minino deseaba quedarse. Mientras, sentado, observaba al omega tomar un refresco en mi casa, como si nada hubiera pasado entre nosotros. Los temas de mafia, persecución, muertes y pérdidas son un invento de mi mente... "ojalá fuera así".

–Es que no tenía la cara... –dejó de beber, apretando el puño encima de la mesa. No me miraba.

–¿No tenías la...? –me interrumpió.

–No tenía la cara para venir a verte, menos luego de la catástrofe que pasó –todavía sin levantar los ojos, continuó–. Por mi culpa.

–¿Cómo fue tu culpa? –no entendía. En parte no quería saber, ignorar lo que me decía. "¿Bones tuvo algo que ver con la muerte de Ash?". Mi corazón palpitaba con fuerza, mi boca se sentía seca y mis manos comenzaron a sudar frío.

Besos robados en Nueva York  [Omegaverse]Where stories live. Discover now