[➳] ☼ Capítulo 25. La oscuridad de la ciudad (II)

1.7K 244 233
                                    

21 de Marzo de 1980

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

21 de Marzo de 1980.

Nueva York, Nueva York.

La noche nos perseguía. Los últimos rayos del sol nos escoltaban por delante al avanzar. De puro milagro Eiji no cayó de la motocicleta, igual por mi gran invento de amarrar su cintura a la mía con las mangas de un suéter feo que le robé a Shorter. Le oía balbucear, sentía su calor contra mi espalda al tenerlo de esa forma. Mi corazón quiso que aquel momento fuese perdurable. Intentando que durara, di unas vueltas de más alrededor de calles sin sentido para extender el tiempo.

Por eso decidí llevarlo a mi departamento y no a su casa.

Podría no parecer gran cosa, pero en realidad, estos pequeños instantes eran con los que conseguía darme cuenta de lo que siento por Eiji. Quería quedármelo para mí, no dejarlo salir jamás, encerrarlo bajo llave. Ese era mi alfa interior hablando, pensamientos insanos de posesividad.

Luego de rendirme y quejarme del tanque casi vacío, estacioné la motocicleta sin problemas. Guardé los cascos bajo los asientos, comenzando la odisea de llevarnos arriba.

Él seguía desmayado, balbuceando palabras entre sueños. Adorable a morir. Su brazo izquierdo colgaba mientras lo arrastraba sosteniéndolo por el hombro, tropezando con sus pies, un poco más consciente.

–¿Ash? –parpadeó en mi dirección, mirándome desde abajo.

–Hola, ¿estás bien?

–No –alargó la vocal. Le ayudé a plantarse sobre sus pies, lo sostenía por los hombros, pero era imposible mantenerlo erguido–. Cárgame –exigió.

–Como su majestad ordene –seguí su juego. Aún conservaba todas mis fuerzas, tenía gran resistencia al alcohol y podía mantenerme alerta incluso tras varias bebidas. Sujeté su mano y me agaché con su torso sobre mi hombro, cuando iba a levantarme, comenzó a quejarse.

–¡No! ¡Ash! ¡Cárgame! –abrió y cerró sus manos como lo haría un niño pequeño.

–De acuerdo, será modo princesa entonces –mi espalda pudo con su peso, mis bíceps flexionados soportaban todo su ser. Entre mis brazos lucía igual a un infante dormido, no por mucho.

Abrió los ojos de un momento a otro, como si la lucidez hubiera regresado a él, sabía que no era así.

–¿Por qué eres tan atractivo? –sus juguetones dedos se deslizaron por todo mi rostro, mientras que yo intentaba mantenernos en equilibrio con cada paso que daba.

–¿Crees que soy guapo? –sonreí. ¿Este era él borracho? Era tan lindo y honesto.

Hasta que lo vi negar con la cabeza.

–Dije atractivo, no eres guapo... si fueras guapo serías castaño... pero eres rubio –más incoherencias–. Tus ojos si son guapos.

–Creo que ahora dices más tonterías, igual, gracias –sus manos seguían apretando mi rostro ahí y acá, incluso me clavó un dedo en el ojo. Quería pensar que fue accidental–. Te voy a soltar si no dejas de moverte.

Besos robados en Nueva York  [Omegaverse]Where stories live. Discover now