☼ Capítulo 10. "La manada"

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16 de Marzo de 1980

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16 de Marzo de 1980.

Manhattan, Nueva York.

Montado en la moto fui directo a esconderme al recovo más pequeño de "La manada", habíamos quedado reunirnos ahí si recogerme en "Central Park" fallaba, como había sucedido. Llegué en menos de un minuto, sintiendo el frío aire del invierno golpear mi rostro directamente, de nuevo no traía el casco puesto. La gente en la calle podría pensar que estaba loco por soportar el frío con la cara desnuda. A mí me gustaba, disfrutar el invierno, era mi estación favorita.

Deslicé la motocicleta sobre la acera mojada, estacionando de un solo movimiento. Recuerdo tarde que ese no era el lugar para estacionar, porque no vi las monturas de mis compañeros. Lleno de pesadez la llevé arrastrada a la vuelta del local, donde estaban las de los que se suponía que me respaldan, los que juraron seguirme hasta la muerte.

"Canallas".

–¡Hey, líder! –recibí el saludo de Kong–. Tuvimos inconvenientes para ayudarlo, pero luce como que todo salió bien.

–¿Qué te pasó en la cara? ¿Te revolcaste en el piso antes de venir? –Alex me analizó, solo de pasada. En realidad, no les importaba el modo y la forma en que había vuelto, lo que importaba era que había conseguido escapar de los hombres que Arthur envió por mí.

–Ah –suspiré, sentándome en las sillas duras del lugar, ni siquiera había un solo reposaespaldas adecuado ahí, sufriría hasta poder derrumbarme en mi cama más tarde–. Me encontré con el omega del otro día.

–Vaya, ¿y te dio una paliza? –apareció Bones, traía una enorme mochila al hombro. Que no pudiésemos tomar más de dos tragos del local, no significaba que no pudiésemos traer nuestras propias bebidas y consumirlas dentro–. Me cae bien.

–Lástima que mi motocicleta estaba estacionada demasiado lejos, una mejor situación y hubiese conseguido guiarlo hasta " La Cueva" –reflexionado en ello, ¿para qué quería llegar tan lejos con él? ¿Hubiese sido buena idea? ¿Qué me garantiza que hubiese aceptado mi oferta solo por un cambio de ambiente? ¿Y si hubiera dicho que sí? ¿Luego qué?

–Ese omega te destrozó la cara –murmuraba Bones, sosteniendo una bolsa de hielo sobre mi herida. La tenía cerca para enfriar las bebidas en la maleta.

Exageraba con su calificativo, "destrozar" era demasiado para este pequeño rasguño.

–Un gato araña más –dije. Alex y Kong se quedaron sentados, sin moverse de sus asientos, bromeando sobre ello con risotadas–. Conste, se lo devolví –nada más terminar mi frase, Bones comenzó a regañarme.

–¿Y eso es algo de lo que debas estar orgulloso? –presionó con más fuerza mi herida. Siseé por el dolor, apartando sus malas intenciones heladas.

–¿Sí? –dudé. Sus ojos parecían querer asesinarme, pero me reprochó sin golpearme, ni de broma. Suspiré. Exactamente eso, nadie se atrevía a darme un puñetazo y menos en el rostro, ese omega era cosa seria. Sobé un poco la herida en mi boca, sentí el adorado sabor a metal pasando por mi lengua. Extrañaba el dulce sabor a vainilla, a flores exóticas, las que recordaba como azucenas. "¿Ese era su olor?".

Besos robados en Nueva York  [Omegaverse]Where stories live. Discover now