Capítulo 15, Temporada 3

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En toda la habitación resuenan, retumban en las paredes y se escuchan más allá dos sonidos, el repetitivo y rítmico impacto de un golpe seco; y los gritos de ella.

Sentado en el borde de la cama la tiene sobre sus rodillas, con los brazaletes haciendo de esposas inmovilizando las manos en el frente para impedir que las lleve a su trasero. El cinturón gustado en sus muslos aprisionándolos el uno contra el otro, inutilizando las piernas para patalear o huir.

Mete una mano por debajo de su vientre para mantener las caderas alzadas, con la otra arremete en decididas y contundentes palmadas, haciéndola gritar. Ya tiene unos quince minutos haciendo esto, tiene el brazo cansado, la mano ya adolorida. Pero resiste, sigue azotando su trasero una nalgada a la vez, si para ella dejara de retorcerse, si deja de golpear con la mano sus gritos cesaran. Esos gemidos musicales que lo enloquecían de deseo.

— ¿Ves por qué debiste esperar a tu amo para jugar?—su voz era jadeante pero no tanto como la de ella.

—Si... amo—inclinando el torso hacia un lado para que los labios tocaran su espalda vio cómo se sonreía de placer y eso le avivo aún más la erección.

Las piernas y el torso desnudos, los pies descalzos. Más con un protector short aun puesto no podía sentir ardor o dolor por las palmadas, lo que si percibía a todo color y en alta definición eran las bolas chinas en su interior, comprimiéndose contra las cavernosas paredes cada vez más.

Había conseguido alcanzar el éxtasis varias veces, tanto que sus labios mojados ya se habían desbordado empapando esa zona de la ropa interior. Las piernas le flaqueaban, le falta el aire y la voz, pero estaba dispuesta a continuar recibiendo aquella "tunda" con la mano hasta que anocheciera. Él lo sabía, lo sentía en ella y así lo habría cumplido a no ser que el roce de su vientre contra él y los gemidos melodiosos le estaban acercando a un desahogo en el que no quería incurrir tan pronto.

Soba la tela del pantalón que antes había azotado:

—Voy a sacarte las bolas meng wan—desabrocho el cinturón de sus muslos y el short para deslizarlo por los muslos, introduciendo los dedos sin dificultad.

Sintiendo en su interior como las bolas, como peces se escabullían para no ser pescadas empezó a gemir de nuevo.

— ¡Ah no!—mordisqueo su oreja— ¡Aguanta que ya has tenido bastante! Ahora nos correremos ambos o ninguno—Dafne no podía esta más de acuerdo.

Las bolas al abandonarla le dejaron una incómoda sensación de vacío y pensaba llenarse con aquel que, hinchado, apuñalaba su vientre.

Desnuda y maniatada la depósito de rodillas en la alfombra del lado derecho de la cama, junto a las ventanas. Sabiendo y dispuesta a lo que venía, con la lengua hizo una rampa de invitación a su boca.

La lengua del amo acepto la invitación como suya, entro a explorar la cavidad tibia y húmeda, devorándola en un beso salvaje. Cuando el beso la dejo atontada, la venda se plató ante sus ojos sin previo aviso, oscureciendo su visión.

El amo se desvestiría, brutal le follaria la boca y luego sin compasión la atacaría en el lecho, embistiendo furioso entre sus piernas. El deseo de acogerle se convirtió en urgencia al recordar ese glorioso "Te quiero" del día anterior. Se sonreía de solo recordarlo, escuchaba la ropa caer al suelo y sintió la caricia de la venda de satén en su nariz, mejillas y barbilla al caer alrededor del cuello.

Tomando entre las manos esposadas pretendí volver a colocársela, devota, más un ínfimo pestaño le basto para pecar. El súbito instinto de ver su entorno fue más fuerte. Quedo asombrada ante la visión del cuerpo desnudo de su amo.

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoWhere stories live. Discover now