Capítulo 24, Temporada 2

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Miriam me dedicaba una miradilla tímida entre las dos había un silencio incómodo y al cruzarse nuestras miradas, abriendo un poco más los ojos me brin daba una sonrisa tensa con los labios unidos como le harías a un extraño en el café o en un autobús, al que sorprendes mirándote.

No la culpo en lo absoluto, probablemente si ella estuviera recostada sobre la mesa, cual cerdo sobre una bandeja; tal y como vino a este mundo, con flores adornando su pubis y ombligo, y verdes hojas cubriendo sus pechos como únicas prendas, esperando a ser forrada de sushi artísticamente dispuesto como un gran y estético plato gourmet viviente, yo también la estaría viendo como a un bicho raro.

Si no fuera porque Kenji les ha prohibido a todos que pasen por aquí esta noche, siendo él y Miriam los únicos que me verán así, esto sería embarazoso. Yamam frustrado con la orden que le impedía supervisar la presentación del plato que estuvo toda la tarde preparando dibujo una guía de cómo debería verse el sushi sobre mi cuerpo y no conforme con eso insistió a Miriam que llevara su teléfono poniéndolo en altavoz para dar instrucciones cual general dictando estrategias a sus soldados en el campo de batalla:

—Dafne, por lo que más quieras. Dime que te depilaste apropiadamente el monte de venus—¡como si este momento necesitara ser más incómodo!

— ¿Y qué más da si lo hizo? De todos modos ya le cubrí con flores toda la zona—se quejó Miriam.

—Pero tiene una rodilla levantada, de moverse un milímetro las flores se descolocarían y la visualización de sus rizos púbicos arruinarían la estética de...

— ¡Ay, Yamam! Ella luce divina, sensual y apetecible, y el sushi esta delicioso, no creo que el amo repare en detalles tan insignificantes.

—Cierto, mi sushi es el me... ¡Espera! ¿Cómo sabes que esta bueno? ¡Boicoteadora! ¡Glotona! ¡¿Te estas comiendo el sushi?! ¡Debe haber la misma cantidad de cada rollo para que luzca simétrico!

— ¡No hay problema! Probaremos un par de rollos de cada clase y así restableceremos el balance.

— ¡¿Un par? Tú también me traicionas, Dafne. ¡Que decepcionante!—lloriqueo Yamam melodramático.

—Tus rollos California son los mejores que he probado—le halague a modo de disculpa.

— ¿Al menos le recogiste el pelo para que no caiga cabello en la comida?

—Sí, le hice el peinado que me hizo Joshua a mí. ¡Ya sabe hacer trenzas hasta de cuatro mechones! ¿Puedes creerlo?—asentí sonriente, desde que regreso las hazañas de su pequeño eran su tema de conversación predilecto. Mi peinado consistía en un par de trenzas que dispuestas sobre la coronilla adornaban cual diadema—Y prepara un guacamole...—seguía presumiendo las habilidades de Joshua— ¿Te mostré la foto que le tome en el parque con su abuela?—negué con la cabeza—La tengo en mi celular, te la mostrare—se limpiaba las manos con una servilleta para agarrar su teléfono.

— ¡Nada de eso! Tengo que estar en la línea y concéntrate en el sushi.

—Pero si me hiciste un dibujo, además ya he acabado. Hasta me sobraron un par de hojas y una zanahoria entera.

— ¡¿Que te han sobrado hojas?! ¡No debería de sobrarte nasa! ¡Por Ála, lo has hecho todo mal! No aguanto más ¡Voy para allá!

Miriam tomo su celular y le desactivo el altavoz:

— ¡Ni te atrevas a salir de la cocina, el amo ya está aquí!

Por el rabillo del ojo vi la expresión nerviosa con la que Miriam se limpiaba y me limpiaba la boca para no dejar rastros de que nos habíamos comido parte del sushi.

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoWhere stories live. Discover now