Capítulo 4, Temporada 3

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La señora regresa con su silla, se siente en ella con gran porte y toma su té con la gracia y elegancia propias de una aristócrata. ¡¿Estoy tomando el té con una asistente o con la reina de Inglaterra?!

Y comienza el cotilleo:

—Es un evento especial tenerte aquí, llevo siete años trabajando para el presidente Kenji y eres la primera presencia femenina en calidad de acompañante que le conozco. En esta empresa hay muchos chismosos y se murmuraba entre los cubículos que el Presidente era homosexual de closet y Sergio su amante encubierto—casi me atraganto con el sorbo de té.

— ¡¿En serio piensan eso?!

—Los demás empleados y obreros lo pensaban. Pero es que el Presidente casi no viene a la oficina, casi no le ven y no saben casi nada de él. Para ser justos muchos piensan hoy dia que yo soy la dueña de esta compañía ¿Puedes creerlo?

— ¿Por qué pensarían eso?

—Pues porque el señor presidente es un empresario sumamente ermitaño, está siempre al día y toma todas las decisiones pertinentes, pero yo las ejecuto. Yo lidio con los distintos departamentos, presido las juntas y desempeño otras funciones propias de la vicepresidencia a pesar de que mi puesto sea el de asistente ejecutiva, mis responsabilidades y honorarios son las una gerente. Además de que para venir y volver del trabajo me escoltan los guardaespaldas, creo que me divierte la confusión y no me interesa demasiado aclarar el malentendido.

— ¿Cómo acabo trabajando aquí?—sonrió ante la pregunta y dejo la taza a un lado.

—Yo ya estaba jubilada, llevaba dos años así y lo cierto es que me aburría terriblemente. Quería volver a las andadas pero no encontraba quien me ofreciera un puesto de mi interés. Hasta que Sergio, al cual conozco desde siempre, me hablo de este puesto con su jefe, con la experiencia en mi curriculum era perfecta para el perfil y aquí me tienes—que señora más laboriosa.

—Entonces en esta empresa creen que usted es la dueña y que Sergio y el presidente Kenji son pareja.

—Ellos lo creían, yo no lo pensé. Conozco a Sergio desde que era una pequeño niño—no me puedo imaginar eso, ¿Sergio fue alguna vez un niño sin postura o maneras formales? —Sé que si no consiguió casarse es por la demandante carrera militar que llevaba. En cuanto al señor presidente siempre pensé que era una rara especie asiática; asexual, que se reproduce por medio de esporas—yo me carcajee con ganas y ella soltó unas risitas con los ojos diminutos.

Me estoy divirtiendo mucho, todo lo que me cuenta es muy interesante pero la curiosidad aun me corroe.

— ¿Podría usar el baño?—dejo mi taza vacía sobre la meseta.

—Claro, querida, es aquí al lado.

Se bien que se refería a la puerta a la izquierda, y yo realmente necesitaba ir al baño, pero las ansias de saber eran más apremiantes. Me escabullí veloz a la antesala del despacho de Kenji y con el corazón emocionado por la travesura pegue la oreja a la puerta. Aunque me concentro solo lograba escuchar el sonido de mi propia respiración. ¡Rayos, que decepción! Oh, allí hay un vaso de cristal sobre el escritorio de la señora Daisy. Lo tomo y lo coloco entre mi oído y la puerta, me concentro y escucho una voz pero no una de las que pretendía espiar:

— ¡Pero niña! ¡¿Qué crees que estás haciendo?!—de repente vuelvo a sentir como si tuviera diez años y mi abuela Odette me captara desobedeciendo—No me respondas, se perfectamente lo que pretendes ¡Suelta ese vaso y ven acá! Esa puerta es blindada, no vas a escuchar nada, lo que conseguirás es que te propinen un portazo— ¿Cómo sabe que no se puede escuchar nada? ¿Lo habrá intentado?

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoOn viuen les histories. Descobreix ara