Capítulo 23, Temporada 3

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—Petit, no tiene mucho sentido que estemos en la biblioteca si vas a estar con la mente en la luna ¿Por qué no vamos al café y me cuentas el chisme?—ya antes de darle ninguna respuesta, Jessie recogía sus cosas de la mesa.

—No tengo nada que contarte...—mi amiga se giró a mirarme con la actitud del meme de "¿really nega?"— ¿Qué?—poniendo las palmas hacia arriba me encogí de hombros.

—Dafne, sé que hace solo un poco más de dos semanas que nos conocemos—me hablaba por encima del hombro mientras ponía su bolso en el suelo—Pero puedes confiar en mí. Jamás contaría nada que tú me dijeras en confidencia—con su mano izquierda en mi hombro derecho y su manita áspera sobre mi muñeca, la dulzura de sus ojos de miel me tientan a olvidar la cautela.

Unas ansias voraces de sincerarme me asaltan, tomo su mano entre las mías y deseo contarle todo, no solo de lo que paso esta tarde o los últimos siete meses sino todo lo acontecido desde hace veintiún años. Pero ¿De qué le serviría que la agobie con todos detalles de mi intrincada existencial? De nada, considerando que no puede hacer mucho por mis problemas y sueños.

—Hoy mi novio me invito a almorzar comida mexicana y te he traído el resto de mi burrito de pollo con guacamole— ¡ah caray, que sutileza la mía! Ni se ha notado que desvié el tema.

—Ok...—puso los ojos en blanco—Si me dices que no ocurre nada interesante en tu vida, aun cuando claramente estar absorta con el recuerdo de algo emocionante que te acaba de pasar, tendré que creerte—Jessie levemente molesta se resignó, volviendo a poner sobre la mesa las cosas que había empacado—¿En que estábamos?

— ¿Dafne?—una voz masculina, familiar y gentil me llamo por la espalda.

Una cautivadora sonrisa de un rostro angelical me deslumbro, la mirada de unos afables ojos azules encendió el rubor en mis mejillas y unos tonificados brazos en gesto de apertura me invitaban a un pecho bien formado:

— ¡David! ¿Qué haces aquí?— salte de mi asiento y me vi envuelta de un amistoso y cálido abrazo.

—Estudio aquí—separo nuestro abrazo, sonriendo sostenía mis codos—Cuando me saludas cada mañana y te subes a tu limosina, no sospeche que te dirigías a mi humilde U.

—El patrocinador de alguien es bondadoso en algunos aspectos y tacaño en otros—Jessie con su agudo humor característico, se hizo notar— ¿Me dices de que conoces a mi amiga, hermoso desconocido?—la confianza arrasadora de mi amiga le saco una risa nerviosa a David.

—Fui contratado para cuidar los jardines de la casa de la señorita Dafne—caballeroso le ofreció la mano para estrecharla.

—Mucho gusto, soy Jessie— ¡que coqueta, mi amiga!

—David Jenkins, el gusto es mío—él le corresponde el coqueteo con una inclinación y mirada sugerente. Menos mal que Yamam no está aquí.

—Dafne ¿Te molestaría darme tu wattsapp? Ya que somos compañeros y todo eso, se me ocurrió que podríamos ir cualquier día a tomar un café o lo que prefieras ¿Qué dices?—si tan solo me sonriera tocando mi hombro diría que esta es una proposición inocente y casual, mas él guiño furtivo me dio la sensación de que por más que ser amigos fuera, de por si, poco sensato, él lo que deseaba era llegar a la insensatez.

Pensaba en una manera rebuscada de decir "no" que no sonara a rechazo.

—Dame el tuyo y luego te mando el de ella—con amigas como la mía ¿Para que necesito un proxeneta?

David acepto encantado y despidiéndose con un beso de ambas, marcho con la promesa de quedar esta misma semana. Jessie se deleita con la visión de sus anchos hombros, estrechas caderas y bello culo hasta que se percata de mi mirada fulminante.

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora