Capítulo 12, Temporada 2

1.2K 76 34
                                    

El Amo Kenji descendió por la puerta de entrada en dirección a su encuentro, seguido muy de cerca por Sergio. El hombre también venia seguido de una especie de guarda, un gorila sin pelo con cuadrados lentes de sol, pantalón y chaqueta negra, debajo un camisa blanca con un claro déficit de longitud de tela para su robusto cuerpo, los botones daban la impresión de saltar en cualquier momento como corcho de botella de vino. Resultaba todo un contraste frente al menudo Sergio Dafne no pudo escuchar lo que hablaban, por la distancia, pero casi podía imaginarlo por sus posturas de macho alfa, las miradas de orgullosa autosuficiencia y la rigidez de sus frentes mientras los labios se curvan en una sonrisa para la sacudida de manos más artificial que se ha visto.

Espió las expresiones faciales de sus compañeras maids, y en efecto. Miriam era la única que al igual que ella luchaba contra los impulsos de una expresión de asombro, las demás veían hacia el frente cual soldados, como si vieran un muro, naturaleza muerta o a la misma nada.

—¿Qué tal va el negocio?

—Tengo la suerte de negociar con materia prima con una vida útil corta. El que te adquiere un producto a ti tiene una garantía casi de por vida y siempre haz de buscar nuevos clientes. Yo no sufro de eso, mis clientes son increíblemente reincidentes—sonrió revolviendo el contenido de su copa—Ya no he vuelto a verte en el club, ¿el juguete que me compraste te tiene tan entretenido?

La serenidad de Dafne se desmorono, esperaba que los pigmentos de su maquillaje consiguieran ocultar su palidez.

—Estoy satisfecho con mi compra—la habitación le daba vueltas, no cabía la menor duda, hablaban sobre ella.

—No completamente por lo que veo—paseo los ojos distraídamente por las chicas—Tienes una especie de fijación con las muñecas de ojos verdes. Me ofende un poco que acudieras con la competencia cuando sabes que hago trabajos por encargo.

—Para nada haz de ofenderte. No he hecho otra nueva adquisición, son prestadas de la casa de Madame Gargolak. Ya sabes, la costumbre. Para futuras compras tienes la exclusiva.

— ¡Qué gusto escucharlo! Sabes, a la perra me parece que la conseguí el mismo día que tú tu juguetito. Creo recordar haberla visto, pero entre estas cuatrillizas seria como diferenciar cerdos.

— ¿Acaso importa? ¿No traen todas lo mismo?

—Oh... no tiene la menor importancia. Tan solo se me ocurrió que sería interesante ¿Jugamos a las adivinanzas?—el amo trago saliva.

—Adelante, solo tienes una oportunidad—ladeo la cabeza hacia su izquierda.

—A ver ... a ver ...a ver—les hecho un rapido vistazo a cada una—¿Sera esta?—con un gesto perezoso indico a la de la buena delantera.

—No, haz fallado—el amo se esforzó por que su alivio no resultara evidente.

—Puedes verlo así, o que elimine una opción y me encuentro un paso más cerca de acertar.

—Puede interpretarse de muchas formas.

— ¿Supiste lo de los hijos de Lotus?

—Algo he oído.

—Es una vergüenza. Tal desperdicio, una empresa de tres generaciones desmoronarse por el eslabón débil. Tú hubieras resultado un mucho mejor predecesor, pero la sangre es la sangre. ¡Ya me entiendes!

—Por supuesto.

—Siento pena por el pobre Lotus, que en paz descanse. Fue un hombre de negocios formidable, pero no supo ser un buen mentor para sus propios hijos. Mi padre...—enfatizo—Se tomó como misión personal el inculcarnos la devoción al trabajo. Desde muy joven estuve involucrado en el negocio familiar, empapándome del ambiente, aprendiendo todos los pormenores. ¡ los gajes del oficio! Y empecé desde abajo, he desempañado cada una de las funciones de esta gran pirámide que es la empresa de mi familia, yo entiendo a la perfección el funcionamiento de esta maquinaria. La importancia de cada pequeña tarea por que las he desempeñado todas. Y aun las ejerzo de vez en cuando solo para no perder la costumbre.

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoWhere stories live. Discover now