Capitulo 4, Temporada 4

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Universidad. Antes de los exámenes. Antes del secuestro.

Estaba en clase de psicología, era la última clase antes de la semana que viene nos toque tomar el examen. He estado dispersa estos días y aunque no es realmente culpa mía sino de todo el drama mafioso. Por causa de mi mafioso predilecto y al que más detesto en todo el mundo, debo centrarme en no descuidar el semestre justo en la recta final.

Si no logro salvar todas las materias pondré en peligro todos mis ambiciosos planes a largo plazo y también los planes de diversión a corto plazo.

Por suerte Jessie, quien está incluida y es parte importante de ambos planes, se niega a dejarme flaquear. Luego de clases pasaremos a conseguir un buen suministro de cafeína helada al Starbucks y después nos iremos todos a su piso en el barrio chino a "estudiar", antes de que caiga la noche y Jessie tenga que marcharse a currar, simplemente bajaremos a alguno de los restaurants a cerrar. ¡Como me encanta el plan! Me recuerda a cuando era una adolescente, vivía con mis abuelos e invitaba a una amiga de la escuela a "repasar" juntas para una prueba.

Jessie me toqueteo el hombro, me giro a verla y me señala el pizarrón en un gesto de "¡Pon atención!".

Caigo en la cuenta de que luego de las veinte veces que me ha preguntado que me ha pasado para que este tan distraída y las veinte veces que le respondido "nada", tendría que esforzarme un poquito para que me creyera.

Me pongo con un resaltador a subrayar mis apuntes por hacer alguna cosa y cuando empezaba a enfocarme debidamente en la clase aparece una persona asomándose por la puerta principal del aula:

—Disculpe la interrupción, maestra ¿Señorita Duncan?— ¿Duncan? Ah, cierto, que soy yo.

Levanto mi mano.

— ¿Señorita Dafne Duncan?—en realidad me apellido Toullemonde pero ya que, asentí—Se le solicita en la oficina de orientación ¡Acompáñame, por favor!

— ¿Qué fue lo que hiciste, petit?—me secreteo Jessie y con todos en el aula dedicándome una mirada por el rabillo del ojo, me sentí acusada.

—No he hecho nada, tú lo sabes y que sepas que te nombrare como testigo—sonrió burlona aguantándose la risa mientras me levantaba de mi asiento y seguir a la persona que me había venido a llamar.

Caminando hacia la oficina del orientador me sobrevino una sensación molesta de que todo aquello era muy extraño. Nunca había visto que se interrumpiera una clase para llevar a un alumno con el orientador. Creí que había que pedir cita para hablar con el orientador, no sé por qué lo inusual de todo el asunto me empezó a poner nerviosa.

Al encontrarme frente a la puerta la persona se despidió diciendo:

—Puede pasar, la están esperando— ¿Están? ¿Por qué habla en plural?

Acerco la mano al tomo de la puerta como si esto fuera una peli de terror, en cámara lenta y temerosa de lo que encontrara al otro lado.

Mis alarmas están activas, y no entiendo por qué esta situación me pone tan alerta. Con la mano sobre la perrilla me debato entre abrir la puerta o no, pero la puerta no espera a que me decida, se abre de repente dándole un vuelco a mi corazón.

Mi corazón que se sosiega y emociona a si mismo ante una mirada de unos risueños ojos marrones en un cautivador rostro entusiasta:

—Eres la señorita Dafne...—me ofreció su mano y la mía fue a estrecharla sin reparos—Es un placer conocerte. Soy el doctor Walter Riso. Puedes decirme Walter—siento todo esto tan familiar, su cara, su voz, creo que estoy viviendo un dejavu.

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon