Capitulo 37, Temporada 3

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Mañana es hoy y es la hora, tengo el pijama puesto y no he bajado a desayunar. Este asunto es prioritario. Son las siete de la mañana y si no me ocupo de esto ahora todo mi horario de trabajo se verá afectado, por mi concentración. O la falta de ella.

Entro en el ala oeste sintiéndome fuereño en mi propia tierra, veo en mi habitación, esta vacía, busco en el baño y me encuentro la bañera humeante de vapor.

La ambientación holográfica de las paredes de la bañera simulaba la imagen de un tradicional baño termal japonés y para hacerlo todo más acogedor flotaba en el aire la relajante música de un shamisen. Por si la imagen no evocara lo suficiente a un oasis, esta mi gaiyin geisha preferida fluyendo desnuda entre el agua y la neblina. El encanto del lugar la tenía tan hechizada que daba vueltas y piruetas sin reparar en mi presencia.

— ¡Fuera música! (japonés) —me pare en el borde y Dafne se volteo a mirarme— ¡Dafne, ven aquí un momento, por favor!—sacudió la cabeza empapada en negación, secándola en el proceso—Solo será un momento—le insistí extendiendo mi mano hacia ella.

Volviendo a negar con mueca de niña berrinchuda se zambullo y se alejó de mi nadando por debajo del agua.

—Pero... es que...—empecé a mascullar entre dientes, frustrado—Estas actuando como si te estuviera amenazando cuando te lo estoy pidiendo de buena manera—hace morritos, con esos jugosos labios y los ojazos verdes echando chispas—¿No vas ni a hablarme?...—me queje dramáticamente—¡Ven a mí! Que no pretendo hacerte nada malo—le estaba hablando suavemente y pretendía no hacer ningún gesto brusco para que se animara a acercarse.

Dio una vuelta en torno a si misma, no se movió de lugar, no parecía querer mover un dedo para acercarse.

—Bien..., tu ganas—me di por vencido—Pues quítate los brazaletes tu misma...—utilice la sortija para volver ajustables los brazaletes.

Se los quito. Mientras ella jugaba agrandándolos y empequeñeciéndolos, yo me quite las pantuflas y baje un par de escalones, remangando el pantalón del pijama para no mojármelo. Mis pies hasta los tobillos estaban en el agua caliente.

— ¿Te los guardo?—me puse de cuclillas y volví a extender la mano con la palma hacia arriba.

Lenta y tímida, cual ardillita queriendo tomar una nuez, Dafne se acerca a mí y al estar lo suficientemente cerca como para entregármelos; en vez de darme un par de brazaletes le dio la vuelta a mi mano y metió los brazaletes (que había reducido a un par de sortijas) en mi dedo índice.

—¿Te encuentras bien?—asintió levemente, tenía la barbilla en alto y los ojos enormes posados en mi cara—Prometiste que hoy hablaríamos, ¿Por qué no me dices nada?—se encogió de hombros con una pequeña sonrisa en los labios en un gesto de fingida confusión—¿Sigues molesta?—negó , sacudiendo la cabeza, que alivio—¿Entiendes que de haber sabido que habían más personas en el restaurant no te habría pedido lo que te pedí?—asintió ladeando la cabeza, "Bien, pequeña dama comprensiva"—Yo no quería humillarte, solo quería que me escucharas...—no asintió pero se quedó velándome con una mirada que decía entender—Entiendes lo de la vigilancia en tu universidad ¿no es cierto?—con la mano sobre la superficie del agua hizo un gesto de "más o menos"—Sabes que intento mantener un bajo perfil y no conseguirme enemigos en este negocio mío, pero de entrar en un conflicto cualquiera podría averiguar fácilmente que eres mi punto débil e ir a por ti. ¡No puedo dejarte expuesta! Si el algoritmo de seguridad no te cuidara en tus clases, Sergio tendría que hacerlo. Puedes comprenderlo ¿verdad?—asintió dejando brotar sus dientes perlados de entre sus labios, esbozando una sonrisa de genuina alegría—Entonces...¿estamos bien?—se acercó un poco más, quedando a mi alcance.

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoWhere stories live. Discover now