Capítulo 9, Temporada 1

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Su amo solo la había tocado y había hecho con ella a su antojo, lo cual agradecía. Pero sabía bien que las cosas no serían así por siempre. Deseaba que sin importar cuanto sucediera, él la condujera con la misma gentileza. Hasta ahora no se considerada traumada pero eso podría cambiar con mucha facilidad y la decisión estaba solamente en manos de su amo.

—Sergio, por favor. Venga un momento—sabía que no tenía muchas probabilidades de conseguir conmoverlo pero tenía que intentarlo.

Pensó que el hombre se encontraba en la habitación más próxima pues llego en un santiamén:

—Sí, joven dama. ¿En qué puedo servirle?—lo vio a los ojos con un nudo en la garganta, medio acongojada. Él lo noto y endureció la expresión, sabiendo que debería negarse a sus suplicas.

—La verdad es que no tengo nada que pedirle, solo quería conversar un rato con usted—esto pareció extrañarle y ponerlo un poco incómodo.

—Bueno... ¿De qué tema desea hablar?—quiso proceder de manera estructurada.

—Puede decirme lo que sea, lo que le venga a la mente. Algo que piense pueda distraerme de mi esclavitud en este encierro—sus palabras parecieron conmocionarlo pero no de la manera en que ella esperaba, bajo la vista y se encogió de hombros sin decir palabra—Por favor, sé que solo sigue órdenes. No tengo nada en contra suya. Pero... entienda que soy prisionera.

—La joven dama no se encuentra a gusto en su habitación .¿Hay algo que pueda hacer para que sus aposentos le resulten más acogedores?—la respuesta pretendía evadir toda la realidad.

—Habla como su fuera yo la huésped de honor, cuando lo que soy es la esclava sexual de su amo—lo vio abrir la boca para rebatirla—Se bien que eso soy, no intente negarlo. Sé que no es culpa suya, pero tampoco es mia. Si usted no me ayuda enloqueceré aquí dentro—estaba muy preparada para caer de rodillas y suplicar.

—Me temo que no entiende nada—soltó, observándola con frialdad—No tiene idea de la brutalidad de las personas en aquel lugar al que usted fue a parar, joven dama. La subasta de esclavas para esos hombres abominables es el infierno mismo. Esas bestias compran seres humanos a los que se les despoja de su identidad en la sociedad, para arrancarles sus derechos más básicos. Dan una gran suma de dinero para hacerles a esas mujeres con toda impunidad lo que ni la prostituta más valiente no permitiría que le hicieran jamás. Puedo decirle con toda seguridad que para estas alturas la mayoría ya estarán muertas. Tiene una suerte monumental—le aseguro. Esto en vez de tranquilizarla la perturbo.

—Se lo suplico...—dijo entre sollozos—No deje que me maten—se echó a llorar desconsoladamente tapándose la cara con las manos.

—Mi amo ha sido muy claro, en cuanto la joven dama le obedezca él no le hará daño. ¿Es que no ha mantenido su promesa?

—Sí, pero hasta cuándo. Si usted mismo me ha dicho que él podría matarme en cuanto quisiera—Dafne se había desplomado sobre sus rodillas y lloraba sonoramente.

—Por favor, mantenga la calma. Que eso no ha de pasar nunca.

—¡¡Mentiroso!!—chillo.

—Le digo la verdad—le aseguro colocándose de rodillas para hablarle a la misma altura.

—Si lo intentara, no habría nadie que me defendiera. Estoy sola—lloro.

—No, no está sola—en su mirada vio que hablaba con el corazón—Puedo asegurarle que el amo no le haría tal cosa, pero de ser así yo vendré en su ayuda.

— ¿Me lo promete?—pregunto apartándose las lágrimas de las mejillas.

—Lo prometo—aseguro después de un ligero titubeo.

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoWhere stories live. Discover now