Capítulo 18, Temporada 2

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Al igual que aquella espantosa tarde, me encuentro recostada en una colorida manta de picnic sobre el césped, solo que en vez de una sofisticada bebida estoy rodeada de un verdadero banquete campestre auspiciado por Yamam y en vez de ver una revista veo al cielo plagado de nubes que esconden la luz solar.

Desde ayer todos me vigilan como si fuera un bebe de un año con un tenedor en busca de un tomacorrientes, y todo por que me negué a que eses pobre pichón muriera fuera de su hogar.

Sinceramente, si yo quisiera acabar con todo buscaría un edificio de al menos diez plantas de donde aventarme , en cuyo impacto mi muerte seria instantánea. O menos teatral, me atiborraría de pastillas para dormir. Opciones que ya nunca estarán a mi alcance, al igual que el Valium de el que Yamam bondadosamente me convido ayer, se que no es la mejor idea empezar a consumirlo ahora en el estado deplorable en el que me encuentro pero había sido lo único que consiguió me sintiera un tanto mejor.

—¡Damita!—Sergio inclina el torso y su rostro se interpone a mis vistas—¿Cómo te encuentras hoy?—le respondí con mi silencio y desviando la vista.

Por primera vez en los casi cinco meses que llevo aquí, vi a Sergio perder la elegancia, se sentó a mi lado en la manta en una postura que arriesgaba a su traje a contraer arrugas.

—¡Damita! Por favor, dime ahora mismo lo que hacer para que ya no permanezcas más tan infeliz. Todos extrañamos tu alegre sonrisa—me estaba empezando a enojar conmigo misma por lo consternados que tenia a todos.

—Si puedes hacer algo por mi—su pecho se hincho esperanzado—¿Me desearías feliz cumpleaños?—la tristeza entorpeció mis palabras y las lagrimas afloraron una vez mas.

Los sollozos que amenazaban con surgir fueron arrollados por un firme y cálido abrazo:

—¡Feliz cumpleaños, dulce damita! ¡Te deseo mucha felicidad y que estés siempre sana para estar con nosotros por muchos años mas!—lagrimas inundaron mis ojos pero esta vez de pura emoción.

—Gracias, Sergio—hubiera deseado que me sostuviera entre sus brazos eternamente.

—¿Por que no nos habías dicho nada?—se separo un poco de mi para verme a os ojos.

—Por que de haberlo hecho Yamam además de todo este banquete habría horneado un magnifico pastel del cual no me apetecería ni un bocado.

—¡¿Disculpa?!—ninguno de los dos se había percatado de la aparición de Yamam.

—Lo siento, Yamam, te he tenido estos días preparándome delicias para menospreciarlas y que se desperdicien.

—¡¡Eso no es excusa para no haberme dicho que hoy es tu cumpleaños numero veintiuno!!—se quejo cruzándose de brazos indignado—Deberías saber que a mi no me molestaría hornearte veinte y un pasteles, si tan solo comieras la cerecita que corona cada uno y te animara un poco.

Sus palabras fueron como si alguien reemplazara de mi corazón las pilas gastadas por otras nuevas. Sin un atisbo de molestia Yamam decidió regresar el picnic a la cocina y Sergio propuso ir a la sala de cine para compartir con nosotros su filme predilecto, el que mas le trae buenas vibras que resulto ser "La novicia rebelde(el musical)". Extrañamente me comí todas las palomitas.

Luego de finalizada la película Sergio me conduce hasta mi habitación:

—Damita, ¡Vaya a asearse y alistarse! El amo tiene planes para usted esta noche.

Mágicamente me encontré con la tina repleta de burbujas, disfrutando de la cremosa calidez de mi baño pensé en Miriam, recordé la inusual pijamada que tuvimos con mis clones la noche que el Bulgaro se hospedo aquí.

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoWhere stories live. Discover now