Capítulo 7, Temporada 4

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—Kenji ¿Me permitirás leerte el final de la historia?

—No... Ni hablar—ya estaba tranquilo otra vez—No quiero saber más del tema.

—Por favor, déjame que te lea tan solo un poco más.

— ¿Por qué iba a querer seguir escuchando como todo lo que me leíste anteriormente pierde todo sentido con la muerte del pequeño príncipe?

—Tengo varias razones para pensar que en realidad te emociona más de lo que te asusta conocer la culminación de la novela.

— ¿Ah sí? ¿Dime cuáles?

—Es que no tiene las más minina relevancia. El único motivo que importa es que tú confías en mí y yo he decidido, con toda la estima que te tengo, leértelo esta tarde.

Me sostuvo la mirada largamente y luego de no encontrar argumentos para refutar mi lógica, asintió, de aceptación más que de resignación:

—Si...—poso la mano izquierda en mi rodilla y con una sonrisa torcida en sus labios, me dedico una mirada de complicidad—De acuerdo...

En dos palmadas se despidió mi mano de la tarea de reconfortarle y volví a mi sillón, instaurando nuevamente distancia física entre ambos. Reconociendo que la distancia entre mi corazón y sus sentimientos ya era inexistente desde hacía mucho tiempo, había llegado a un punto sin retorno, el punto en el que si el barco se hunde, irremediablemente te hundes con él.

Tome el libro:

— ¿Listo?—él sonrió amistoso, sus ojos se hicieron diminutos mientras asentía suavemente.


Capítulo 27 de "El Principito". Fragmento:

Ahora hace ya seis años de esto.

Al correr del tiempo me he consolado un poco, pero no completamente. Sé que ha vuelto a su planeta, pues al amanecer no encontré su cuerpo, que no era en realidad tan pesado.

Pero sucede algo extraordinario. Al bozal que dibuje para El Principito se me olvido añadirle la correa de cuero; no habrá podido atárselo al cordero. Entonces me pregunto:

"¿Qué habrá sucedido en su planeta? Quizás el cordero se ha comido la flor..."

A veces me digo: "¡Seguro que no! El Principito cubre la flor con su fanal todas las noches y vigila a su cordero". Entonces me siento dichoso y todas las estrellas ríen dulcemente.

Pero otras veces pienso: "Alguna que otra vez se distrae uno y eso basta. Si una noche ha olvidado poner el fanal o el cordero ha salido sin hacer ruido, durante la noche...". Y entonces las risas se convierten en lágrimas...

Y ahí esta el gran misterio. Para ustedes que quieren a El Principito, lo mismo que para mí, nada en el universo habrá cambiado si en cualquier parte, quién sabe dónde, un cordero desconocido se ha comido o no se ha comido una rosa...

Pero miren al cielo y pregúntense: el cordero ¿se ha comido la flor? Y veréis como todo cambia...


Me mira, le veo. Espero a que comente alguna cosa pero no lo hace, la culminación del relato le ha congelado, es una especie de estatua que parpadea cada tanto. Aguarda a que le diga algo, no tengo la más mínima idea de que, por eso no digo nada y nos dedicamos a vernos las caras.

— ¿Y bien...—rompe el silencio incómodo.

— ¿Y bien?—no tengo nada claro lo que quiere de mí, pero él piensa que sí y al no obtenerlo se impacienta.

— ¿Qué pasa después?

—Ah... pues básicamente nada. Es el final.

—Ese no puede ser el final.

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⏰ Last updated: Mar 23 ⏰

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Crónicas de mi Amo, Hijo segundoWhere stories live. Discover now