Capitulo 1, Temporada 4.

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La adrenalina me corrió como veneno por el torrente sanguíneo, anestesiando mi enfermedad. El dolor de espalda y cabeza que acaparaban el centro de mi atención minutos antes pasaron a un plano distante, desaparecieron de entre las preocupaciones de mi mente.
— ¡Pidan ayuda al personal de seguridad del concierto! ¿Cuánto hace exactamente que no las ven?

—Unos... diecisiete minutos aproximadamente—por fortuna es aún reciente, aunque debieron de llamarme inmediatamente.

Me senté frente al escritorio, frente a mi centro de vigilancia particular y ya me estaba ocupando cuando:

—¡¡Sergio!!—Kenji golpea la puerta de mi habitación, con una contundencia impresionante.

Me levanto de un salto y voy a abrirle para encontrarme con un hombrecito en bata de baño, que corría a abalanzarse sobre mí con mirada de poseído

—¡¡Dime que tienes un plan!!—me agarra de los hombros y estrujándolos, me sacude.

—Por supuesto que si—sujetándolo de las muñecas me libere de su agarre y volví rápidamente a lo que hacía—En este mismo instante rastreare los brazaletes y en nada estarán tras ella—tecleaba lo mas rápido posible.

—¡¡La puta madre que me pario!!—golpeo los puños contra mi escritorio—No estoy seguro de que los lleve hoy—deje de teclear y voltee a verlo, para que sostuviéramos una breve crisis entre nuestras miradas—Mientras hablaba por comunicador holográfico se estaba poniendo unas pulceras fosforescentes en las muñecas y me pidió que le quitara los brazaletes porque decía que no se veían bien con el outfit.

—Usa esos brazaletes cada día, casi religiosamente y justo hoy se los quito por capricho de estética. ¡¿Qué es viernes trece o qué?!—yo nunca bromeo, ¡que me ocurre?

—¿Hablan de los aros que la señorita siempre usa de pulsera? ¡¡Si los llevaba!! Se los había puesto en el brazo a la altura del bicep.

Kenji y yo nos intercambiamos una mirada de grata sorpresa, estaba sonriéndome emocionado y juraría que le devolví la sonrisa.

De un solo click acabe el proceso para ubicarla en el mapa y lo que vi me dio un escalofrió, me dejo helado.

—¡¡Sergio, te has puesto pálido...—me recrimino Kenji tornando aún más pálido.

—No sé cómo decirte esto para que te lo tomes con calma—Kenji abrió desmesuradamente los ojos—Está a solo tres cuadras del estadio.

—¡¡Pero si esas son fantásticas noticias!!—exclamo el señor Liu—¿Indícame la dirección y estaré ahí enseguida!¿A qué velocidad avanza?

—No se mueve pero...—a pesar de saber que no significaba únicamente una calamidad, no quería creerlo.

—¡¡Sergio!!—volvió a sacudirme del hombro—¡Dime de una buena vez lo que estás viendo!—ya era tarde para que se lo tomara con calma.

—Los brazaletes están juntos y arrojan la ubicación, pero no perciben temperatura corporal ni pulso.

—¡¡Eso no es posible!!—me gritaba a la cara ya en pánico.

De no ser porque apoyo las manos sobre el escritorio se habría caído hacia adelante:

— ¡Por favor, Sergio!—exclama alarmado el señor Liu— ¡Dime que no es lo que estoy pensando! Jamás me perdonaría a mí mismo si la señorita Dafne esta...

—¡¡Cállate, imbécil!!—rugió Kenji, podía apreciar como al dejar la mandíbula suelta le temblaba—¡¡Indícale el camino y que vaya verlo con sus propios ojos!! ¡¡Si llega a ser verdad no tendrás que preocuparte, porque estarás muerto!!

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoWhere stories live. Discover now