Capítulo 4, Temporada 2

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Los días posteriores transcurrieron sin mayor incidente, volví a ir al despacho de mi Amo Kenji al día siguiente en el ala oeste. Volví a estar confinada a el pequeño cuadrado debajo de su escritorio. Solo que esta vez no me puso la gargantilla y mis muñecas fueron aseguradas por delante. Dijo que confiaba en que me retuviera. Oír eso fue como un soplo de brisa fresca para mi.

Nunca supe exactamente lo que me ocurrió esa vez, lo que se es que no ha vuelto pasarme mas. Por que he hecho todo lo que me ha indicado sin quejas ni vacilación. Y no ha vuelto a abofetearme, excepto con su pene, lo que en realidad no duele.

Mas me temo que he debido aprender a tragar, el semen es una sustancia muy curiosa, huele como a cloro, de una textura como de moco, tiene al principio una nota salada y termina por amargarte la garganta. Si bien no es de mis sabores favoritos puedo imaginarme un montón de cosas asquerosas que podría obligarme a tragar.

El Amo Kenji día con día me parece un hombre mas amable o cuanto menos razonable. No sabría decir si sus altibajos emocionales han disminuido o yo he acabado habituándome a ellos y ahora ya no los noto. Al acabar de satisfacerlo se mete el falo en los pantalones, me hace apoyar la cabeza justo en su entrepierna y me acaricia el pelo.

A veces dice cosas agradables como que le gustaría que los movimientos que hago con la lengua en su miembro los trasladara a su boca. En una ocasion me dijo "No sabes cuanto me relaja tu sola presencia a mis pies". Pienso que se trato de un cumplido, en su idioma.

También me ha demostrado ser un hombre sumamente imaginativo y vicioso de apetitos insaciables. Me ha colocado en posiciones que nunca se me hubiera ocurrido intentar y me toma con tal furia que en ocasiones creo que quiere castigar mi vagina. Aun me encadena y me coloca una venda en los ojos, volviéndome un cuerpo vulnerable y a su completa disposición. Ya no me amordaza pues dice que mis gemidos lo excitan, gemidos que son mas bien jadeos por el esfuerzo que me supone en ocasiones mantener la posición con la fuerza que me empuja. Al principio acababa con los musculos atrofiados, pero ahora ya estoy acostumbrada.

Una tarde mientras Sergio me acompañaba a ir al encuentro de mi Amo Kenji al ala oeste, me detuvo justo frente a la puerta y extendió la mano, yo me quite la ropa interior y se le di, agradecida de que siempre me ayudara a seguir las reglas y me disponía a entrar cuando me volvió a detener.

—Disculpame, Damita, debes quitarte el vestido y los zapatos—caballerosamente se dio la vuelta para que me desvistiera a gusto.

Respire hondo e hice lo que me indicaba, doble el vestido y se lo pase por encima del hombro junto con los zapatos.

—¡Al suelo!Debes entrar gateando—me impulso hacia abajo del hombro y aun dandome la espalda me abrió la puerta.

Al entrar andando en cuatro vi al Amo ver por la ventana:

—Buenas tardes, Amo.

—¡Silencio!—alzo la voz dándose la vuelta para dedicarme una mirada severa.¡¿Y ahora que hice?!

Camino hacia mi amenazante creí que venia a golpearme.

—Los perros no hablan—me tomo de la barbilla y pellizco mi nariz haciéndome mover la cabeza de un lado al otro—Hoy aprenderas a servirme de un modo diferente—saco de su bolsillo un collar de perro de color rojo—¡Muestrame tu cuello! y permanece en el piso que hoy solo podrás andar a cuatro patas—hice todo lo que me dejo, me puso el collar y fue a sentarse en un sofá de cuero negro que había en su oficina—Ven aquí, como buena perrita muéstrale a tu amo que estas contenta de verle.

A pesar de que estuviera actuando como un enfermo y un pervertido no tuve miedo, su sonrisa juguetona me invitaba a ir. Fui y le lamí una mano que descansaba en el reposabrazos, puse mi cabeza debajo de ella(como hacen los perros pidiendo caricias) e hice mi mejor imitación de un ladrido.

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoWhere stories live. Discover now