Capitulo 38

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Lupin volvió a los labios de la joven para seguir disfrutándolos. Sus manos se movían tocando la suave y hermosa piel.

Pottercita llegó al último botón de la camisa de Remus dejando ver su pecho con algunas cuantas cicatrices. Pasó su mano sobre este haciendo que Lupin sintiera un escalofrío en todo su cuerpo.

Jess pegó su frente con la de Lupin y lo miro a los ojos.

—Tengo que curarte estas cicatrices.—le comento acariciando el pecho del Lobito.

—Si.—contestó Remus delineado en cuello de la joven con su dedo índice.

Pottercita le dio una sonrisa y llevó sus labios al cuello del profesor, este solo solto un pequeño gemido al sentir aquel contacto.

—Hay que quitarte la camisa.—le dijo en el oído a Remus. El lobito como era muy obediente, se inclinó y se sacó la camisa.

Pottercita lo observó detenidamente y se mordió el labio inferior.

Lunatico estaba desatado  por sus instintos que no podía controlarse y cada gesto que hacía la profesora lo volvía loco.

La tomó de la cintura y la pegó fuertemente a él, haciendo que su ereccion rozara con la entrepierna de la bruja. Estrecho esos hermosos labios carnosos con los suyos pero esta vez rápidamente pidió pase a su lengua.

_______, soltó un leve gemido sobre los labios de Lupin, en verdad amaba esto... pero sabía por que Remusito actuaba de esa manera. Lo dejó aún lado y empezó a moverse, para rozar el miembro de Remus con su entrepierna. Se sentía también sentirlo.

Sintió las manos del hombre como volvían a bajar lentamente desde su cintura hasta sus caderas. De un momento sintió como apretada su trasero ¡Merlin! Este hombre la estaba volviéndolo loca.

—Remus.—le hablo Pottercita.

—Mmm.—exclamó Lupin devorándose el cuello de la chica.

—T-te-nemos... que... pa-rar.

—No.—se limitó a contestar yendo a buscar sus labios para hacerla callar.

La bruja guardó silencio y siguió disfrutando si tenía que parar, pero con este hombre era imposible.

En verdad Remus estaba dispuesto hacerle el amor en ese sofá. Su pantalón ya le estaba apretando. La joven era muy ardiente a cualquiera provocaría, tanto tiempo había podido resistirse a ella, pero este día no podía aunque quisiera. Quería quitarle toda esa ropa estorbosa, tocar toda esa hermosa piel y sentir esa calidez que se generaría al estar adentro de ella.

La profesora de historia la magia estaba concentrada besando y lamiendo todo el cuello del mago, no iba a mentir dejaba alguna que otra leve mordida.

Sintió la mano de Lupin que subía desde su muslo, hasta que llegó a la altura de su abdomen. No dijo nada cuando su pantalón estaba siendo desabrochado. Solo su corazón latía a mil por hora.

—¡Cielos!.—exclamó cerca del oído del hombre, cuando sintió la fría mano que entraba adentro de su braga y rozaba su monte de venus.

El fan del chocolate, estaba introduciendo su mano hasta a donde quería, era la mejor sensación que había sentido, estaba muy jugosa. Con su dedo índice empezó a maseajarle el clitoris.

—¡Mierda, Lupin!.—exclamó arqueando su espalda a sentir aquella sensación tan placentera.

Se estaba mordiendo el labio y soltaba unos cuéntalos quejidos con su mano libre apretaba el hombro del castaño... ¡Demonios! Remusito si sabía lo que hacía.

𝐋𝐚 𝐬𝐨𝐦𝐛𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora