Capitulo 76

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⚠️Capituló largo.

Tres días respirando su mismo oxigeno ha sido una tortura. Después de cuatro meses de tranquilidad, vuelve a verlo y eso es algo que atormentan más que el canto de una sirena fuera del agua. Sin él, había pasado los mejores meses de su vida; paz, amor, buen ambiente y sin recuerdos dolorosos que llegaban a su cabeza. Tenía la paz mental que necesitaba, sin embargo, como siempre nada era eterno, aunque fuera lo que más deseara.

Lo había vuelto a ver, a pensar que quería darlo por muerto.

No quería saber nada de él, tenía pensado en hacer de todo para que nunca más volvieran a toparse.

Que estúpida se vio planeado eso.

De seguro el destino o la suerte se están riendo de ella por la gracia que les causa haber arruinado sus absurdos planes.

Suerte de perro que tiene

¿Por qué no puede tener una vida en paz?

Solo quería estar tranquila disfrutado de su embarazo, pero no, todo dio un gran giro, ahora tiene que estar pensando en cómo conseguir que su sobrino sobreviva y también como no cometer un homicidio.

Esta tentada en asesinar a Remus John Lupin.

Cualquier cosa que haga, hasta como respirar, la desespera, no soporta verlo, sigue dolida con él, y gracias a eso le provoca una fuerte cólera, tan fuerte que hasta la vesícula le duele.

Cuando lo vio sentado en la gran mesa de la cocina del Número Doce de Grimmauld Place, con esa cara de lobo arrepentido y triste, le dio ganas de lanzarle un destructo, el mismo, que alguna vez, Remus Lupin logro salvar a Peter Pettigrew de uno.

Ese día saludándola en voz baja, intentado que no fuera percibido, sin embargo, para ella fue más claro que oír a Dumbledore hablar con ayuda de un sonorus. Su voz tan suave y linda, recordándole lo tierno que puede llegar a hacer, pero ahora combinada con su nerviosísimo, provocaba que se muriera de ternura. Lo cautivaba con su timbre fuerte y a la vez suave, era la combinación perfecta.

Oh, cielos cuando le dijo: Mi niña. Fue tan lindo.

¡Ja! A quien engañaba, no era nada lindo.

Su niña era su abuela, ¡maldito cínico! Sonando todo tierno y saludando como sin nada, como si no recordara que la dejo ahí a su suerte estando embarazada de él, no cree que se le haya olvidado, aunque si lo hizo, tendrá que recordarlo por ese bulto que lleva modelado y que es visible para todos.

Y le gusto que haya entendido que no le agradaba en lo más mínimo verlo, lo comprendió sin ni siquiera decirle una palabra. Porque en eso estaba el truco, no hablar para que entienda que no quiere tener ninguna relación personal con él.

No comunicación. No contacto visual. Y distancia mínima de tres metros.

No puede hacer nada para impedir que los dos estén en el mismo lugar, seria egoísta de su parte, tiene que pensar que es lo mejor para Harry, tienen que trabajar juntos en esto, ese pensamiento hace que tolere ver su cara en los desayunos, almuerzos y cena. Todo era por la Orden.

Si bien, ella podría irse de la mansión Black, podía estar al pendiente de su bebé desde casa y solo en días necesarios tener que verlo, pero no, Dumbledore le ha dicho que debe de permanecer en la mansión Black, por seguridad y, además, no se quiere ir, no le dará el gusto de que ella sea la que decline antes.

—Me pasan las patatas —rompió Sirius, aquel silencio habitual a la hora de la cena.

_______ amablemente tomo el plato para pasárselas a Sirius, no obstante, no era la única persona que quería hacer esa acción, Remus Lupin igual sostenía el plato de patatas fritas del otro extremo.

𝐋𝐚 𝐬𝐨𝐦𝐛𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora