Capitulo 73

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⚠️Capítulo largo.

Guido Pierre Phillippe Máxime es un hombre que odia muchas cosas en su vida. Pero tiene un top cinco donde pone sus peores odios. El primer puesto es más que obvio, nadie puede quitar de ahí al miserable de Hugo Gauthier Máxime, su amado padre (tanto lo ama que desea que Merlín siempre lo guie, que lo guie, pero al camino del más allá)

Que le pidan ayuda. Ese es el segundo de su top de las cosas que más odia. Sonará mala onda, pero detesta que le pidan ayuda, y todo, porque cuando se la piden no sabe decir: No.

El tercero es muy simple, sin embargo, detestable para él: Ebrios tercos. No, no odia a los borrachos (el a veces los es), lo que odia es ver a los borrachos necios que a fuerzas quieres hacer lo que ellos quieren, aunque sea estúpido. Lo abruma ver sufrir a una persona cuando trata de lidiar con un borracho.

El número cuarto es algo nuevo, pero algo que en verdad se ha ganado su odio en estas últimas semanas: Los búlgaros pelirrojos, que sus nombres empiecen con A terminen en nastan y que tengan cara de Pedro. Como le caen mal los hombres así, ojalá que todos ellos se caigan en un hueco donde sean enterrado y nunca aparezca o mejor que jamás existan.

El número cinco lo odia, porque le da miedo y es: Los cacahuates. Cuando tenía catorce años se estaba ahogado con uno y quedó traumatizado. Ya estaba viendo la luz y a San Igor recibiéndolo.

Ese el top cinco y tiene muchos más odios, algunos son básicos como su odio al shampoo, entre otras cosas.

La vida es una cosa muy miserable y asquerosa y si se pudiera nombrar, la llamaríamos: Aurora Sinistra. Regresando a el punto importante y no insignificante. La vida le ha brindado el "privilegio" de lidiar con dos cosas que odia:

Tener que ayudar y borrachos tercos.

Lo juntamos y tenemos: Tener que ayudar a un borracho necio a llegar a su casa sano y salvo.

¿Qué le faltaba?, ¿Qué su padre apareciera?, ¿toparse con un búlgaro igual al que describió? O ¿tener que comer un cacahuate?

Dio un suspiro de resignación. No le quedaba de otra que seguir ayudando.

Hace unos minutos había recibido una carta urgente de su gran amigo y socio del bar: La Menuda, John. No le narro mucho, de hecho, solo puso:

«Necesito de tu ayuda urgente, Guido.»

Y no le hubiera sido necesario que escribiera más, porque solo leería eso y saldría corriendo a socorrer. En ese momento no le importo dejar inconclusa la charla que tenía con su tía Olympe y mucho menos que fueran pasaba las once de la noche y se estuviera muriendo del sueño. Lo único importante en ese momento era ver que necesitaba, John.

Sin embargo, cuando llegó, se arrepintió de haber venido. Ojalá la lechuza se hubiera extraviado en su camino o algo hubiera impedido que le llegara la carta y así no estar haciendo lo que en estos momentos.

En verdad, él tenía que irse al cielo el día que muera. Tiene un gran corazón y no es por ser vanidoso, pero es la realidad.

Se negó una vez a hacer lo que John le pedía. Pero solo necesito otro: «Tenemos que ayudarlo.» De parte de John, para ceder. La vida lo hizo tan benévolo. Que ahí estaba él siendo el bastón, y la persona encargada de llevar a su casa al gran ebrio de:

Remus John Lupin.

La persona que juro matar, y la cual por ahora no tolera, era la que necesitaba su ayuda y se encontraba en una pésima condición, ni podía sostenerse por si solo.

𝐋𝐚 𝐬𝐨𝐦𝐛𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora