BÁLSAMO PARA EL ALMA

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CAPÍTULO 9


Diez de la mañana. El sol se levantaba en un cielo despejado bañando con sus rayos todo a su alcance. La temperatura que había estado manteniéndose baja se elevaba poco a poco, al parecer contagiada del ánimo de las personas que transitaban desde temprano por las calles cargados de globos, peluches y bolsas de todos tamaños y colores. San Valentín había llegado.

La mansión Himura era otra que se estaba preparando para la ocasión y todo bajo la voz cantante de la pequeña señorita. Su maestra privada había comentado en una de sus clases sobre la fecha de los enamorados, lo cual la llenó de ilusión porque este sería el primer año en que lo celebraría a la manera de Ramiro, y todo porque este le dijo que en México el 14 de febrero todos demostraban su cariño y amistad hacia los demás sin importar el género.

Con aquello en mente, la niña se puso a elaborar tarjetas y brownies; los cuales tenía listos desde la noche anterior para repartirlos a todos los miembros y sirvientes del clan. Lo malo es que había un inconveniente, Takato había quedado con ella que la acompañaría, pero el sujeto en cuestión no salía de su habitación, ni abría la puerta.

Mientras tanto, en otra parte de la mansión, Himura y Hashiba se encontraban trabajando.

—La señorita amaneció muy animada, tengo entendido que repartirá panecillos y cartas.

—Sí, me platicó sobre eso y también dijo que era sorpresa. Así que cuando te de lo que tiene planeado finge que no sabes nada.

—Así será señor – dijo sonriente el hombre al visualizarse con un panecillo decorado y acompañado de su nombre.

—Cambiando de tema, ¿De cuánto fue la ganancia por los órganos y la subasta del niño Uenoshi? – preguntó Himura después de revisar el calendario. Había pasado una semana desde que tomara posesión sobre el clan del viejo fallecido, por lo que para entonces todas las ordenes que había dado deberían haber sido cumplidas. Tenía entendido que algunos miembros escaparon antes de ser ejecutados, pero ya no le importaba. Solos, no eran más que pollos sin cabeza corriendo sin rumbo.

Hashiba de inmediato revisó los números en su ipad. —Muy bien señor, por los órganos se obtuvo 688, 526.02 dólares, eso es ganancia neta, ya se descontó los pagos a terceros. Se le tuvo que dar el doble al Embajador Kirito, no quería dar el permiso para transportar el cuerpo. En cuanto a la subasta, una vez se supo que era el hijo de Uenoshi se amontonaron, terminó siendo vendido en dos millones de dólares.

—Como dije, valía mejor en partes que entero – soltó con desgana. —En cuanto a Kirito... más le vale que recuerde cuando se esté postulando para gobernador de que quien le está llenando los bolsillos soy yo. A buena hora obtuvimos los bienes de ese anciano, las finanzas estaban comprometidas, pero ahora se estabilizó, cómo no tuvo otros cinco hijos más para venderlos.

Por un momento Hashiba lo miró con tristeza, él no era alguien que se diera golpes de pecho o que no pudiera dormir en las noches por asaltos a su consciencia, pero el destino de la pequeña criatura le había removido una pequeña partícula en su interior, lo suficiente para incomodarle un poco. Tomó aire y con voz dubitativa habló: —Señor, usted vio crecer a los hijos de Uenoshi. No cuestiono su decisión, pero... ¿acaso no siente nada?

Himura lo miró sin expresión alguna por un segundo y regresó a los documentos que sostenía en su mano.

—¿Qué clase de pregunta imbécil es esa Hashiba? ¿Acaso la edad te está haciendo desvariar?

El hombre dejó salir un suspiro y agregó: —Tengo la misma edad que usted, Señor.

Bufó y tomó un cigarrillo de su bolsillo, lo encendió dando una calada profunda y soltó el humo gris en el rostro de Hashiba. —Entonces deja de decir estupideces y mejor llama a Yurie Kurokawa, dile que la veré en el hotel de siempre a las 8 en punto.

CAGEDWhere stories live. Discover now