SIN MIRAR ATRÁS

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CAPÍTULO 23

SIN MIRAR ATRÁS

Viendo la figura del moreno salir del baño, Ayagi rápidamente lo bombardeó con la pregunta que venía haciéndole hace días.

—¿Cómo te fue en tu labor de atormentar maestras y niños?

—Creo que el que lloren y entren corriendo a sus casas, significa que he cumplido mi misión. – Respondió orgulloso de sí mismo.

Desde aquel triste día en el que Haru se había enterado de la verdad y después de que Ramiro platicara con Takato sobre la conversación que había tenido este último con las mujeres, decidió que las cosas no se quedarían en simples palabras.

Tomando a unos cuantos hombres del Clan Ayagi tuvo la iniciativa de seguir a los niños que habían molestado a su "patroncita", así como a la directora y exmaestra de la pequeña.

Así, metido en su papel de yakuza, llevó a cabo su rutina de acoso que incluía perseguirlos hasta en el supermercado, añadiendo a su actuación: gestos grotescos y amenazantes, provocando que en varias ocasiones las mujeres dejaran olvidadas en las cajas de cobro sus compras y que los niños comenzaran a llorar. En pocas palabras les había dado el susto de sus vidas y lo había disfrutado cada segundo; sin embargo, la misión del terror no podía durar para siempre y hoy había sido su último día.

Ayagi, que escuchó la respuesta del moreno solo rio al imaginar la cara de todas esas desafortunadas personas. —Se lo tienen merecido. – Agregó cual juez para rápidamente pasar a otro tema.

—Entonces, todo ha quedado listo. ¿Es un hecho que se van este domingo? – Preguntó viendo como el moreno secaba bien su cabello antes de meterse a la cama.

—Sí, anoche hablé con el patrón y me dijo que la patroncita había tomado bien el irse de Japón. Supongo que lo que pasó en el colegio hace una semana influyó bastante en que lo aceptara con relativa facilidad. Incluso el Jefe Azumaya estuvo mostrándole fotos de dónde vivirían, así como de su familia. Ella habla más español que el patrón, así que al menos en el idioma, no sentirá tan brusco el cambio y podrá defenderse... igual siento que es muy radical el mudarse, pero si creen que es lo mejor, no me queda más que apoyarlos.

—Pobre niña, aún es muy pequeña como para darse cuenta de la magnitud de las cosas... Por eso mis hermanos saben perfectamente cual es el negocio de la familia, así no reciben sorpresas, pero bueno, por lo que he visto Saijo san está muy al pendiente de ella. Espero les vaya bien. – Dijo sin mayor emoción en el rostro revisando las últimas notificaciones en su celular.

—¿Mis hermanos? – ante la declaración, Ramiro giró la cabeza para ver al delgado, pues pocas veces escuchaba ese tono familiar en el castaño, aunque poco le duró el asombro, pues rápidamente se distrajo al notar las largas piernas que desnudas sobresalían de entre las cobijas invitándolo a tocarlas, invitación imaginaria que no ignoró.

Soltando un suspiro cansado dijo: —Sí, hay uno que es agregado, pero al final de cuentas también es mi her... ¡OYE! – reclamó Ayagi al sentir las manos del moreno frotando sus muslos.

Mientras tanto el otro, quitado de la pena, lo miró inocente. —Es tu culpa por andar enseñando tus piernas de pollo.

—¡¿MIS QUÉ?!

—Ñam ñam, deliciosas - Agregó al tiempo que mordisqueaba peligrosamente la entrepierna del castaño.

—¡No, no, no! ¡RA-RAMIRO!... ME... JAJAJA, ME HACES COSQUILLAS.

—Te haré más que cosquillas bebé – susurró al tiempo que tiraba de los calzoncillos de Ayagi para tener mejor acceso a su área de juego favorita.

CAGEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora