CASTILLO DE ARENA

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CAPÍTULO 21

CASTILLO DE ARENA

—¡¿Esta es tu casa?! – preguntó Haru emocionada viendo el enorme jardín de estilo europeo con fuentes y caminitos que le daban la bienvenida.

Cada flor, árbol e incluso el pasto lucía en perfectas condiciones formando una visión de colores vivos que se extendía hasta la entrada.

—Sí y ahora también es tu casa. Puedes jugar en cualquier parte que quieras – afirmó Junta quien llevaba a Takato en brazos hacia la entrada seguidos de: Haru, Sasaki, Ramiro y Chihiro.

—¿En serio también es mía? – preguntó la de ojos ámbar expectante.

—Sí es tuya y de tu mami. – respondió el otro mostrando una sonrisa genuina, pues desde que habían salido del hospital y durante el camino, la pequeña había permanecido en silencio dejándose guiar por los adultos. Una actitud por demás impropia de ella; así que verla nuevamente animada y hablando con naturalidad era lo único que pedía.

—Chunta... puedo caminar – susurró Takato con tono nervioso. El que lo llevaran cargado cual princesa ante la vista de todos hacía que el rubor subiera a sus mejillas y fuera incapaz de mirar a los demás.

Siendo doblemente vergonzoso por el hecho de que seguramente para los presentes era más que claro que entre él y Junta había algo más, claro, sin contar a Haru.

—¡De ninguna manera! el doctor dijo "reposo absoluto" y así será – Habló Chunta con voz decidida. — Además, me encanta tenerte entre mis brazos. - Eso último dicho en un susurro muy cerca del oído del ojiazul.

Ante las palabras de Junta, este decidió no discutir, pues siendo honesto, Takato se sentía igual de bien al ser tratado como alguien sumamente valioso. Aunado al hecho de que su corazón se aceleraba y un calor extraño subía por su cuerpo con el simple hecho de ver a Junta.

Así, nuevamente las comparaciones no se hicieron esperar. Su vida había dado un giro de 360°. Desde el momento que Chunta estuvo con él en el hospital, el mayor se había desvivido en atenciones y mimos para con Takato y Haru. No se había despegado de su lado y se mantenía alerta ante cualquier cosa que tanto él como su hija pidieran. Un trato que jamás había recibido de Himura; pues si bien el Yakuza lo llenaba de cosas materiales, el trato indigno siempre estaba presente.

En cuanto el nombre se le vino a la cabeza, inconscientemente llevó su mano hacia donde la ya inexistente marca se suponía que se encontraba. El solo pensar en aquel sujeto hacía que un miedo paralizante lo controlara; entonces, recordó lo que Junta le había dicho: "Himura se encuentra en la cárcel por todos los delitos que cometió, entre los clanes lo entregamos. No volverá a hacerte daño jamás, ni a ti ni a Haru."

Aún había muchas cosas qué aclarar, pero esa oración le había quitado un enorme peso de encima, uno que al no estar ya presente le hacía sentir extraño, como cuando se ha vivido en la oscuridad y al salir y mirar por primera vez, los rayos del sol te encandilan, pero pasando aquello comienzas a apreciar los colores y formas, dándote cuenta que había toda un mundo fuera.

Acostumbrarse a vivir sin miedo, sin tener que pretender ante su hija que los huesos no le dolían o mostrar una sonrisa al causante de su agonía, sería algo completamente nuevo y que salía del molde en el que por tantos años había estado inmerso.

Era abrumador; aun así, poder estar sin esa horrible sombra a su lado llamada Himura lo valía con creces pues al fin podía saborear la libertad que por tanto tiempo había anhelado y que ahora era posible gracias a Junta.

CAGEDWhere stories live. Discover now