MI PASADO

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CAPÍTULO 20.1

MI PASADO.

Junto a la entrada de un departamento muy lujoso, Ramiro seguía insistiendo con el timbre, la contraseña había sido cambiada por lo que le era imposible pasar al interior.

El reloj marcaba las 3:45 am y la persona que llamaba no salía ni a asomar la nariz. Para entonces, el moreno llevaba ya 15 minutos tocando, pero eso poco le importaba, no se movería del lugar hasta que Ayagi le abriera la puerta, así tuviera que acampar por tiempo indefinido frente a esta como sindicalista en plantón.

Tras unos cuanto minutos más, el del lunar coqueto (incapaz de dormir por el tono insistente del timbre) abrió la puerta vestido en pijamas y con cara de pocos amigos.

—Sabías que... si después de 3 timbres la persona no te abre: 1° No se encuentra en casa o 2° No quiere verte. - Explicó con los brazos cruzados recargado en el marco.

—Pos, si es lo primero: si timbro más de 3 veces no podría molestarse, pues no escucharía ni sabría que lo busqué. Y si de esperar se trata, no tendría problemas con sentarme pacientemente en el piso hasta su regreso. Si es lo segundo; con más ganas seguiría insistiendo, porque como me interesa mucho la persona, querría arreglar cualquiera malentendido para que quiera verme otra vez y así poder darle unos buenos besotes, decirle que lo amo un montón y poder entregarle estas flores que me costaron un chingo encontrar a las tres de la mañana. – Dijo el moreno extendiendo el bonito ramo hacia el castaño.

—Tsk. - Ayagi hizo una mueca, le arrebató el ramo haciéndose a un lado e indicándole con los ojos que entrara de una vez. A lo que el otro, ni tardo ni perezoso obedeció, pues no quería arriesgarse a que este de buenas a primeras se le ocurriera cerrarle la puerta en las narices.

—Gracias flaquito. Exclamó al pasar a su lado y depositar un beso en la mejilla de Chihiro.

—Agh... ¡apestas a orines! – gruñó al tiempo que cerraba la puerta y caminaba a la sala. —¿Acaso vienes borracho? – preguntó colocando las flores en agua.

—Puedo explicarlo - Se apresuró a contestar el moreno. —Vengo del hospital, la patroncita se hizo pipí porque tuvo una pesadilla y como la cargué para que se le pasara el susto, se me impregnó el olor, quise ir a cambiarme a la casa, pero si hacia eso iba a seguir corriendo el tiempo y en serio quería estar contigo lo más pronto posible. Así que tuve que tomar una decisión, venir todo mojado oliendo a meados o arriesgarme a aumentar tu ira y pues... como puedes ver... aquí estoy... meado, pero contigo.

Ayagi que para ese momento no sabía si reír o llorar solo dejó salir un largo suspiro.

—No podemos hablar cuando hueles tan mal, toma un baño. Buscaré un cambio de ropa y te lo llevaré. Ya que estés limpio entonces escucharé lo que tengas que decir.

Ramiro, actuando lo más obediente posible se dispuso a tomar ese baño tan necesario.

Mientras tanto, Ayagi preparaba café en la cocina seguro de que lo necesitaría para no caer dormido. Aún se sentía herido por la discusión que habían tenido el día anterior, pero la insistencia e interés que había mostrado Ramiro, así como las flores que le había obsequiado, habían disminuido su nivel de molestia en un 70%, pero claro que eso no se lo diría.

Con el café preparándose, buscó el cambio de ropa. Tomó unos calzoncillos de un paquete, una pijama que había comprado para Ramiro dos días atrás y un par de pantuflas super suaves y cómodas, casualmente de la talla del moreno.

Con las cosas en mano, abrió la puerta del baño sin avisar topándose con una escena por demás estimulante: el cuerpo de chocolate, y completamente desnudo, brillaba seductoramente bajo las gotas de agua que habían quedado sobre su piel. Una pequeña toalla cubría apenas el miembro cuya forma y tamaño ya conocía a la perfección, mientras que una sonrisa socarrona y sensual surcaba el rostro cincelado por los dioses.

CAGEDWhere stories live. Discover now