DÉJALO IR

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CAPÍTULO 38

DÉJALO IR

Unos pasos acelerados se escuchaban en el pasillo del amplio hospital. Los cabellos blancos y largos de Celestino se movían al ritmo de su caminar mientras que la pequeña mujer tomaba su mano con fuerza para seguirle el ritmo.

En cuanto Usaka les informó lo que había ocurrido, no dudaron un segundo en tomar un avión e ir al país del sol naciente. Necesitaban comprobar con sus propios ojos que su amado nieto realmente estaba recuperándose.

Abriendo la puerta encontraron la cama vacía lo que les hizo estremecer pensando lo peor. Sin embargo, esas suposiciones desaparecieron cuando el alto entró a la habitación tomándolos por sorpresa.

—¡Hijo!

Ambas voces se superpusieron y en un instante abrazaron a Junta quien solo pudo responder el afecto con uno de su brazos para arroparlos, pues la otra mano descansaba sobre su herida cuya recuperación iba desesperantemente lenta.

—Mi Junta, no tienes idea de lo preocupados que estábamos. – Sollozó Yachio tomando el rostro del alto entre sus manos, presionando las mejillas flacas, sintiéndose aliviada de ver a su nieto de pie, aunque esto no fue suficiente para tranquilizarla.

El hermoso color trigo de su piel se había vuelto como una hoja de máquina de lo pálido que estaba, el alfa lucía ojeroso, tenía los ojos rojos y ligeramente hinchados; también su cintura se había reducido unos centímetros, lo que le decía que no había estado comiendo apropiadamente. Todo en él gritaba ¡enfermo!

La pequeña mujer hizo un puchero, a lo que Junta se limitó a susurrar palabras para tranquilizarla, dejando un beso en la cabeza blanca.

—Lo siento abuelita... siento preocuparlos a ambos.

Negando con su mano, el mayor ordenó. — No importa, ve a esa cama ahora. Llamaré al médico para que te revise. – Celestino caminó hacia el timbre presionando el botón. Junta obedeció de inmediato siendo guiado por la mujer que no dejaba de frotarle la espalda con cariño. Éste, agradeciendo que no le hicieran más preguntas.

El ambiente no era el óptimo para una charla. Afuera no había dejado de llover, las nubes espesas cubrían el cielo y truenos imponentes sonaban de vez en vez acompañados de rayos que cegaban.

La tensión se respiraba y el jugueteo de manos de parte de su abuela denotaban la ansiedad que sentía. Los dos tenían muchas preguntas y él todas las respuestas, pero no estaba listo para resolverlas.

Celestino aclaró su garganta animándose a iniciar la conversación, pero cuando estaban por hablar, el médico entró sorprendiéndose de ver a dos desconocidos con su paciente.

—Buenos días. Ustedes son... - preguntó sujetando su tablet contra su pecho. Solo esperaba no fueran más yakuzas, pero la apariencia bonachona de ambos lo relajó un poco.

—Somos los abuelos de Azumaya Junta. – Exclamó Celestino extendiendo la mano para saludarlo, olvidando por un segundo que no estaba en Europa.

El gesto tomó por sorpresa al médico, quien al apreciar mejor la apariencia tan occidental del hombre y recordando que su paciente era de raza mixta no tardó en responder el gesto. —Entiendo, mucho gusto, soy el Doctor Kureno.

Ambos inclinaron la cabeza con respeto. — Queremos saber cómo se encuentra nuestro nieto por favor. – Pidió Yachio sin soltar la mano de Junta, la cual, pese a estar sujeta por las dos de la mujer, seguía sobresaliendo.

—Entiendo – tomó la tablet y comenzó a buscar la información que necesitaba. – Verán, el paciente recibió un impacto de balar, este fue tratado encontrando que no hay órganos comprometidos. Con un par de semanas en reposo es suficiente para que se recupere de su lesión.

CAGEDWhere stories live. Discover now