PIEZAS DE AJEDRÉZ

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CAPÍTULO 19

PIEZAS DE AJEDRÉZ

UNA HORA ATRÁS.

—Amo Ryo, este hombre dice que fue enviado por el Oyabun Himura – habló con respeto uno de los miembros del clan Ayagi al encontrarse al pequeño omega leyendo en la sala.

Ryo quien hasta ese momento había luchado por adaptarse a su nueva vida, trataba de ignorar el hecho de que su madre se había casado con un Yakuza; por lo que todos los días buscaba ver el lado positivo de quienes ahora eran su familia y de todo aquello que lo rodeara.

Cuando fue presentado a Chihiro unos días después de su llegada, este lo miró sin interés, pero no fue rudo con él, simplemente le había dado la bienvenida y prometido que como miembro de la familia podía contar con él cuando tuviera problemas. Cosa que complació al viejo Ayagi tras ver la enorme sonrisa que su esposa esbozaba.

En ocasiones Ryo y Chihiro coincidían y platicaban, para sorpresa de todos. Resultó que ambos podían conversar abiertamente y sin aire incómodo alrededor. No eran los hermanos amorosos, pero tampoco se eran indiferentes.

Por otro lado quien se le había pegado como chicle en el zapato era el miembro más joven de la familia: Aren Ayagi. Un nene de 9 años hijo de la fallecida madre de Chihiro.

El niño era un torbellino de energía que a todos les daba batería. Desde que Mari san, la madre de Ryo, llegó a la mansión la adoró, pues a la edad de dos años había perdido a su madre y aunque se la mostraran en fotos no podía recordarla, por lo que la figura materna que tanto había querido, fue llenada por la afable mujer que lo acogió como si fuera sangre de su sangre.

Debido al vínculo formado, en cuanto el niño vio a Ryo quedó encantado. Los días siguientes apenas llegaba del colegio, se le tiraba encima y pedía que jugara con él todo el día. El pobre Ryo no podía ni ir al baño porque Aren lo esperaba paciente fuera de este mientras le platicaba sobre su programa de tv favorito o cualquier otra cosa que pasara por su mente.

Ryo no podía seguirle el ritmo al niño, deseaba un poco de espacio personal. No obstante, sus deseos se vieron tirados de lado cuando escuchó al pequeño justificar sus acciones mientras era reprendido por Chihiro quien le decía que dejara de ser una "garrapata".

Aren con voz elevada y un tanto desesperado por el sermón de su hermano mayor, sacó su lado alfa y respondió: "Mamá y papá me dijeron que Ryo ha sufrido mucho y yo no quiero que vuelva a estar solo y triste. Yo haré que sonría todos los días".

Está de más decir que Ryo no tuvo corazón para hacerlo de lado cuando este estaba dando todo de sí por él, quien se consideraba a sí mismo un intruso.

Llevando sus manos hacia el pecho pensó en lo bendecido que había sido al tener una familia que pensara en él y lo cuidara.

Ryo, tras escuchar que alguien había sido enviado por Himura, dejó caer el libro al suelo y todo su cuerpo se tensó asustado. Su respiración agitada se podía apreciar por la manera en la que su pecho subía y bajaba. Estaba en tal estado de shock que no miró a la persona frente a él, hasta que este, con voz amable le habló extendiéndole el libro que había tirado.

—Disculpa por asustarte, ya sé que estoy re feo pero no muerdo – exclamó Ramiro con una sonrisa de oreja a oreja.

En ese momento Ryo lo vio cara a cara y un suspiro de alivio salió de su boca acompañado de unas palabras que hasta a él le tomaron por sorpresa.

—¡Oh no! feo no... eres realmente guapo... - dijo perdido en el rostro del moreno, quien al escuchar a Ryo tuvo que llevarse las manos a la boca para callar la risa que le había causado el omega, quien después de haber soltado semejante comentario se puso como tomate hasta las orejas tras caer en cuenta de la barbaridad que había dicho sin pensar ni un poco en estas. —Ah, yo... no... es que... - Tartamudeaba nervioso al tiempo que tomaba el libro y lo envolvía en su pecho.

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